Cuando te des cuenta será tarde y mirarás hacia atrás buscando a los que te advirtieron. Y a tu lado, destrozados, tus iguales. Y al final del túnel, los que lograron salvarse de aquellos a los que apoyabas o les reías las gracias, te esperan para alargarte la mano, o no. Ese clavo ardiendo al que te aferras es lo que te queda, creer en que los que llamaste traidores y humillaste no sean como tú.
Dijo que llegaba en un salto pero no contaba que la falla de sus mentiras hubiera crecido tanto.
Iba a romper la carta que te había escrito en mil pedazos. Iba a ahorrarme el paseo hasta el estanco. Iba a romper estos lazos que aprietan como nudos marineros. Iba a liberarme. Iba a despertar ¡por fin! Y desperté. Te había mandado un correo electrónico la noche anteior. Y ni en sueños me dejabas.
Aquel concierto al que no fuiste.Aquella llamada que no hiciste.Esta nostalgia pegajosa.
Ni una letra había escrita en este cuaderno con fecha del que se acaba. Eso no está bien. Demasiadas palabras murmuradas en soledad durante paseos sin rumbo fijo que no acaban rejuntándose en dos minutos frente a un cuadrante blanco y con cursor. Mea culpa. No hay excusas para dejar tanto tiempo sin un par de párrafos este que es mi callejón, mi casa. Prometo intentarlo. ¡Salud!
Ya me ven.He llegado a ese punto en que las estadísticas lo dejan claro. Lo que queda por recorrer es menos de lo recorrido por lo que doblo el mapa y a seguir soñando con acercar todo lo que sea posible las puntas de este lienzo llamado vida. Y sin dar mucho la brasa al personal, si es posible.
¿Cabemos todos? Sí, claro, que nadie se quede fuera pero échate p´allá, cada uno con la suya. ...Con su circunstancia digo.
Confinamiento. Rebrote. Y que en tu cara explote.
En esto de vivir en cuanto te despistas vas tarde. Y no me entretengo más. Tengo que vivir.
Lo había visto en televisión durante un partido de fútbol y le hizo mucha gracia. No volvería a detenerse en el detalle aunque vió muchos partidos después. Pasó el tiempo. Y aunque sus lagunas de memoria le gastaban malas pasadas de vez en cuando, lo recordó de nuevo. La sonrisa le cambió la cara. El tiempo siguió pasando. Esto era en el pasado, en el presente, lo ven caminar de siete a siete y
No soy nada de lo que pensaba iba a terminar siendo. No hice nada de lo que pensé iba a estar haciendo. No digo que no pensará que sería pero nunca di un paso en dirección alguna. Mi lamento busca la reflexión porque igual si que quiero estar donde nunca pensé que acabaría. Lejos, muy lejos, de los ideales que uno pudiera haberse marcado cuando no había nada más que campo en la memoria.
Cierro los ojos. No veo nada. Espero un poco. No pienso en nada. Empiezo a intuir un paisaje conocido por lo definido de sus líneas. Nunca estuve allí pero viene en los libros de primaria y a fuerza de verlo años tras año, mientras estudiaba, mientras estudiaban mis hermanos, mientras estudian mis hijos, acabo por interiorizarlo. La más sencilla de las vistas. El desierto. No quiero abrir los
La diferencia entre un atardecer y un amanecer. Todo el mundo la sabe. ¿Seguro? Igual sí pero hay una cuestión que no he leído en ningun sitio. El primero viene a ti, se desliza en la carretera y en invierno te pilla hasta merendando y en verano, es un gusto especial recogerlo en la playa a la que fuiste por un rato que no querías que acabara pero al amanecer hay que ir a buscarlo. ¿No
Cierra los ojos. Una luz al fondo. Fuerte pero soportable. Sudas. El sol. Va abriéndose el marco suavizando el rojo. Naranja. Fluye la historia en tu mente. Temperatura estable. Camina bien lo que sueñas. Se funden los colores. Rompes márgenes. Amarillo. Sensaciones casi olvidadas. Segundos de tranquilidad que recordaras y repetirás para hacerlos eternos. Llega el arco iris. Va terminando.
Desubicado en la multitud con la que compartía itinerario porque ese día todos iban a los mismo pero tarde, una vez más, la duda comenzaba a subirle por los pies. Tarde siempre. A la sonrisa llegaría al final de la jornada y luego el cansancio haría el resto. Las revoluciones deben agotar para no agotarse. Hay que madrugar sin haber dormido pensando en ellas. No esperar a la digestión del
El viernes 11 de enero participé en el concurso de microrrelato de @LibreriaBotica en Caja rural del Sur. Todo aquel que estuviera presente podía hacerlo, enviando los microrelatos por Twitter (bajo la etiqueta #literaturacrsur) o en papel. Una hora para presentar tantas historias como se quisiera. En ese mismo momento dijeron la condición principal: debía incluir la palabra caricia. Mis dos
Dijo que un día escribiría sobre la mayoría del montón. Sería ese día en que abandonara la parte de abajo, escale hacia mejores vistas entre la multitud, siguiendo dentro del montón pero donde igual un viento de inquietudes y soberbia entremezclados le hacía olvidar de donde venía . Vaya, y así fue. No tardó más de tres días en borrar aquel mensaje de whatsapp.
Estos días de lluvia y viento son de esos que se pone uno a hacer cosas, no termina nada, acumula deseos pero se acaba la jornada, la lluvia y se queda uno con la sensación de no haber hecho nada.
Llegó el turno de la defensa final del acusado, ese momento en que el abogado defensor expone los motivos por los que no hay caso ni elementos punibles en las acciones de su defendido. Bien lo tenía controlado, estudiado hasta el último de los detalles, cubriendo las posibles muecas del jurado, incluso sin salirse de la línea acordada realizaar algunos giros que reforzaran la inocencia. Es era
He vuelto a verlo. Esta vez paso algo más lento que la anterior pero todavía no consigo retenerlo bien en mi retina para describirlo. No parecía que el viento le molestara que tuviera que luchar contra nada, iba rápido, muy rápido pero suave. Iba, se fue, pasó. Sí, desde aquí, he visto pasar a un hombre libre. Hoy, hace un rato.
La que tenía en su cabeza era tan grande, el agobio que le amenazaba era tan brutal y su pensamientos rebotaban con tanta intensidad en su crisis que para distraerse veía por la televisión la movida esa de Cataluña.