 Decíamos ayer... Parafraseo al poeta porque tras mucho tiempo sin publicar ninguna actividad es lo mínimo que se puede decir y así, una vez más, nos hacemos los intelectuales, que es algo que siempre gusta al público en general y a los nisios en particular, especialmente cuando disponemos de un botellín de Mahou entre las manos.
Decíamos ayer... Parafraseo al poeta porque tras mucho tiempo sin publicar ninguna actividad es lo mínimo que se puede decir y así, una vez más, nos hacemos los intelectuales, que es algo que siempre gusta al público en general y a los nisios en particular, especialmente cuando disponemos de un botellín de Mahou entre las manos.
Pues eso, que decíamos la última vez, que creo que fue cuando subimos el Corredor del Marqués, que mi nueva condición de padre del niño más guapo, más inteligente, más simpático y más buemo del mundo me tiene un poco apartado de las montañas pero que, eso sí, cuando sacara un día para acercarme sería para hacer alguna actividad de nivel. Con un par o tres al año me conformo. 
Así, después de ver en Internet que la Estrecha del Friero estaba en perfectas condiciones arengué a la tropa y conseguimos juntarnos Andrés, Fernando y yo. El viernes 10, llegamos a Cordiñanes justo a la hora de cenar y tras dormir unas horas en el coche, a eso de las cinco de la mañana empezamos a caminar por las calles del pueblo para iniciar la subida por la Canal de Asotín.
Tras atravesar a la luz de nuestras frontales las primeras y escarpadas partes del sendero...
...vimos 
como nos adelantaba una cordada que iba más ligera que nosotros y con la niebla tapando nuestro objetivo del día, empezó a amanecer...
Dos horitas
después de salir estábamos en la vega de Asotín...
...que conseguimos recorrer tras un par de paradas técnicas sin las cuales lo que quedaba de ascensión se nos podría haber complicado. Coincidimos con los dos compañeros que nos habían adelantado y que iban a meterse en la canal Ancha, Fernando, GPS en mano, les sacó de su error, echamos una conversación y mientras nosotros repartíamos material y nos poníamos los pinchos ellos salieron en pos de la Estrecha.
Los nisios nunca nos hemos caracterizado por nuestra velocidad, más bien por nuestra prisa, y con estas vistas mientras te pones el arnés y comes unas galletas...
...pues cuando quisimos empezar a enfilar la canal nos habían dado un poco más de las ocho de la mañana. Bueno, tampoco teníamos prisa ni ninguna cordada por detrás...
La niebla entraba y salía como un efecto especial en una película de suspense y le daba al tema una bonita sensación. Yo me entretenía con esas cosas tratando de no pensar en que hacía más de un año que no me calzaba los crampones y esperando que esto del alpinismo sea como andar en bicicleta, que no se olvida. Tampoco las tenía todas conmigo en el tema físico, pero mi faceta de "runner", a la que últimamente dedico más tiempo, me daba algo más de confianza. 
Pues nada, vamos allá que el día promete. La nieve está perfecta, hay una preciosa huella que seguir y sólo hay que preocuparse de cómo nos encontraremos los resaltes que ponen algo de dificultad a la ascensión.
Fernando va primero...
Y yo me coloco segundo por aquello de durante la subida hacer la típica foto hacia arriba, foto hacia abajo. En las de abajo sale Andrés, que cierra el grupo.
Venga, un vídeo para ver si transmitimos el ambiente...
 
Pues eso, que ahí está Fernando en el primer resalte. Mira, prueba,echa un intento y nos dice que sólo es un paso, que se puede hacer bien.
Después subo yo, sin mayores complicaciones y ahora le toca a Andrés... 
... y mientras Andrés intenta el paso, yo levanto la cabeza y me quedo obnubilado con el lugar en el que nos encontramos...
Cuando vuelo a seguir las evoluciones Andrés, compruebo que ha echado la mano izquierda a esa roca como se ve en la siguiente foto. Bueno, pues sólo diré que las cordadas que pasaran después, seguro que no se la encontraron allí. La versión para nuestras madres y esposas es que se movió un poco pero nada más, la versión para los amigotes es que casi se nos mata al caer desde una altura considerable y sólo gracias a su pericia y experiencia logró salir vivo de un trance que pudo haber sido dramático...
Sea como fuere, el caso es que a partir de entonces decidimos asegurar los pasos de mixto, que la cuerda no pinta nada en la mochila. Íbamos a tardar un poco más, pero ya hemos dicho que no teníamos ninguna prisa.
Un poco más arriba encontramos estos tres metros de roca...
...en los que había buenas manos y pies...
...y luego, otra vez autopista de buena nieve. ¡A gozar! 
Y en las paraditas para 
deleitarse con el lugar en el que nos encontrábamos y de paso tomar un poco de aire, pues nada, una serie de foto arriba-foto abajo.
Llegamos a otro resalte, que Fernando prueba sin cuerda. Dice que no es difícil, pero yo por si acaso le pido que me asegure...
 
Efectivamente, no tenía nada y se hacía hasta bonito, pero claro, con la cuerda por arriba las cosas se ven de otra manera. Mientras asegura a Andrés yo sigo progresando, pero en el siguiente resalte, el tramo que lleva al famoso bloque empotrado, parece que hay atasco. Me aseguro a un cordino que había por allí y a esperar...
Cuando queda libre el resalte, es otra vez Fernando el que le da de primero mientras Andrés asegura. Es un paso raro en el que le toca pelearse un poco... como a mí. Por lo menos el hielo estaba bien y fiándose de los piolets, al final se saca rascando crampones...
Seguimos con la misma dinámica y mientras Fernando asegura a Andrés...
...Yo continúo hasta el bloque empotrado y cómodamente aposentado después de emplear mi enésimo paso de rodilla para franquear una pequeña cornisa, grabo este vídeo
Por último, llega Fernando
Andrés hace de primero el flanqueo por la derecha que nos vemos obligados a hacer porque el túnel bajo el bloque empotrado está tapado por la nieve y, me asegura a mi, que continúo en libre mientras asegura despues a Fernando.
Más adelante la canal se vuelve a estrechar y tiene un resaltillo que aseguramos por precaución aunque también lo sacamos fácil. Continúo hasta la salida de la canal y aseguro a mis dos compañeros disfrutando de estas vistas. Primero Fernando y luego Andrés. 
 
En el collado nos encontramos con tres cordadas que bajan de la cima. Son las dos y media y nos desaconsejan hacer cumbre la nieve está muy paposa y la bajada se ha puesto peligrosa y hay un tramo muy expuesto. Sin problemas. Nos hacemos la foto aquí, que al Friero, ya subimos hace algún tiempo. Devolvemos a sus dueños un friend recuperado por el camino, comemos un poco y tras la foto con el embelma del patrocinador... 
Efectivamente la nieve está muy pesada y el descenso se hace un poco ídem, pero las vistas de Peña Santa le quitan a uno todos los males...
 
Toca hacer un rápel para bajar a la Vega de Asotín y nos tomamos el regreso con calma, que por lugares como estos no se pasea todos los días... 
 
Además, por el hayedo nos encontramos con el amigo Edu Simal que subía con dos compañeros para hacer la Estrecha el domingo y echamos un rato de charleta...
Lo ideal para plantarnos en el Valle de Valdeón con esta preciosa luz de atardecer...
Comprobar los senderos de vértigo que habíamos recorrido a oscuras esa madrugada...
Y llegar a Cordiñanes a las siete y media, una hora perfecta para tomarse una cerveza y celebrar una nueva hazaña de The South Face Extreme Nisio Team.
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
El caminito del Rey es una de las vías ferratas más conocidas del Sur de España por las increíbles vistas que posee y porque, Aun así, está prohibida legalmente su realización (según informa el Excmo. Ayuntamiento de Ardales), así como  acceder a través de las vías del tren, lo cual, a su vez, es la única forma que existe para poder llegar hasta el inicio de esta vía ferrata en desuso.
Nosotros no recuerdo como llegamos hasta el inicio de la ruta, pero sin querer darnos cuenta nos vimos en el punto de partida. Eso sí, llevábamos toda la equipación necesaria, arnés (para engancharlo a los cables de la pared), disipador para vías ferratas (para asegurarse en cable de acero) y casco (para protegerse del desprendimiento de piedras).
 
Tras nuestra aventura en Marruecos, Gas, Jorgito y yo estábamos listos para afrontar cualquier reto, por ejemplo, el "temido" Caminito del Rey, que consiste en un paso de unos 3 kilómetros que discurre entre las paredes del desfiladero de los Gaitanes, situado en Málaga, junto a una de las mejores zonas de escalada de la provincia, el Chorro. El principal problema es que muchos tramos están completamente deteriorados y por eso hay que tomar medidas de precaución en todo momento.
El comienzo ya te permite saber cómo va a ser la ruta, un camino no apto para la gente con vertigo...
 
En un minuto comenzamos a coger altura utilizando como escaleras unas vigas de hierro donde se asentaba anteriormente el paso peatonal
 
Casi todo el recorrido está protegido con cables por la pared y cada medio metro aproximadamente tienes que engarcharte de un cable para engancharte en el siguiente, esto te permite estar asegurado en todo momento a la pared.
 
Unas cuantas trepadas más...
 
 
 
y llegamos a la parte más alta del caminito. A partir de ahora la ruta discurre a la misma altura, aunque la dificultad sigue existiendo y también las zonas completamente deterioradas
  
Aquí comienzan las vistas más espectaculares de la vía
 
Paredes por ambos lados y el río a tus pies...
 
El problema es que aquí también están las partes más deterioradas. Este paso se construyó entre 1.901 y 1.905 para facilitar el paso a los trabajadores de la empresa hidroeléctrica que gestionaba el Salto del Gaitanejo y del Salto del Chorro. En 1.921, pasó por este lugar Alfonso XIII para inaugurar una presa y de ahí su nombre. Desde entonces no se realizó ninguna obra de mantenimiento y por eso desde los años 90 el camino está muy deteriorado. 
 
Aquí el vértigo hay que dejarlo en casa... 
 
Más o menos al llegar a la mitad del recorrido es donde se puenden contemplar las vistas más espectaculares. Te encuentras a unos 100 metros de altura sobre el río y pegado a dos bloques de piedra inmensos que se unen gracias a un endeble puente que parece que se va a derrumbar al pasar por él
 
Continuamos el camino pegados a la pared, las vistas son realmente impresionantes
 
Y los tramos complicados siguen estando ahí, así que continuamos asegurándonos todo el tiempo y no bajamos la guardia tomando precauciones
 
Ahora comenzamos a ver la otra cara de la montaña, continuamos un poco más bajando altura y llegamos al final de la ruta. Ahora tenemos dos opciones, continuar por el valle en el que nos acabamos de adentrar o volver por donde hemos venido. 
 
Optamos por retornar lo andado, así que una foto de grupo y a volver a atravesar este impresionante camino
 
Como no podía ser de otro modo, finalizamos la aventura con una birra fresquita, pero por si eso no fuera poco, aprovechamos la ocasión para tomarla en el Potemkim, que aunque nos pillaba a una horita en coche, es sin duda el mejor bar de toda Granada!!!!!!
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Os dejo aquí un pequeño relato de fin de semana que tenía "colgado" desde el año pasado. 
Fin de semana completo para aprovechar con la bicicleta. la previsión del tiempo no era demasiado buena en ninguna parte y menos en el norte, así que nos decantamos por Extremadura, la opción más segura.
Entre las cientos de rutas que se pueden realizan elegimos la "ruta de la lana", teníamos por delante unos 65 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta así que no había tiempo que perder. Dejamos la furgoneta en el punto de inicio, Malpartida de Cáceres, y nos equipamos para comenzar la aventura. 
 
Comenzamos a rodar tranquilamente por Malpartida hacia el paraje de Los Barruecos, un lugar muy curioso situado a las afueras de la localidad y desde el que comienza en sí "la ruta de la lana". Los Barruecos es Monumento natural de Extremadura y no es para menos, ya que es complicado encontrar un lugar similar: un precioso y tranquilo lago rodeado de piedras inmensas que a mi me recordaban a los menhires que llevaba de un lado a otro Obélix. 
 
Junto al lago está el  Museo Vostell que es igual o más llamativo si cabe que el paraje en sí. Como podéis ver en la fotografía, su fachada está compuesta, entre otras cosas, por el fuselaje de un avión... Me hubiera gustado mucho visitar su interior, pero era muy temprano y no teníamos tiempo como para esperar hasta que abrieran, así que me conformé con las explicaciones que me dio Jorgito, que en su interior, este museo alberga unas obras de arte contemporáneo bastante peculiares. 
  
Después de hacer una rápida visita por Los Barruecos comenzamos realmente nuestra ruta. Desde el inicio ya nos podemos hacer una buena idea del paisaje que vamos a contemplar a lo largo de nuestro recorrido. Ganado, pequeños arbustos y árboles y una gran llanura.
 
Después de recorrer unos pocos kilómetros por caminos de tierra y carretera nos encontramos con unas ruinas romanas, se trata del camino romano que unía Córdoba con Oporto y al que también pertenece el maravilloso puente de Alcántara que podremos contemplar si llegamos a nuestro destino. De momento, las ruinas que vemos no tienen nada que ver ni por el estado en el que se encuentran ni por su magestuosidad, pero bueno, poco a poco...
 
A los cinco kilómetros divisamos ya la antigua estación de tren de Arroyo-Malpartida. Se trata de un complejo de edificios bastante grande que está casi completamente deshabitado y que te hace ver las luces y las sombras que tuvo en su día el ferrocarril en muchos puntos de la geografía española.
 
Dejamos atrás la "estación fantasma" y por fin comienza una vía pecuaria bien señalada y acondicionada. A partir de este punto el camino será más o menos así todo el tiempo.
 
Sin demasiado esfuerzo llegamos al primer pueblo del recorrido Arroyo de la Luz. Es una localidad bastante grande y que refleja perfectamente la forma de vida de esta zona de la península. Casas bajas y blancas, amplias calles y sencillez por todas partes.
 
Atravesamos el pueblo y nos detenemos ante un cartel para analizar bien el camino que debemos coger. Desde Arroyo de la Luz hasta Brozas hay ya 24 kilómetros campo a través y es mejor tener claro el camino antes de comenzar para no acabar en cualquier otra parte...
 
Abandonamos Arroyo de la Luz y nos dirigimos hacia la Ermita de la Luz por un camino asfaltado. Esta ermita se encuentra a muy poco kilómetros del pueblo y nuestro camino continúa por aquí.
 
Al principio el camino está asfaltado y sigue recorriendo los campos extremeños
 
Pero en muy poco tiempo abandonamos el asfalto y continuamos rodando por caminos de tierra que cada vez están menos señalados. Aquí comenzamos a ir con mucho cuidado para no perder la pista de nuestro recorrido, algo muy sencillo, ya que no hay referencias claras y el paisaje es bastante similar todo el tiempo
 
Sin apenas darnos cuenta vamos haciendo kilòmetros y kilómetros. ya llevamos unos 30 pero los paisajes y la calma que invade todo hace que ni te enteres y que el recorrido se haga muy ameno
 
Poco a poco comenzamos a atravesar fincas que te muestran de nuevo mismo paisaje, pequeños arbustos, árboles y multitud de ganado. 
Vamos siguiendo el camino pecuario intentando elegir bien cuando aparece cualquier bifurcación 
 
 
Seguimos rodando... hemos llegado a la parte más alta de estos campos extremeños y según nos indica el mapa ya tendríamos que empezar a divisar Brozas, pero de momento, ni rastro de localidades por ninguna parte, sólo campo y más campo...
 
 
 
Miramos el cuenta kilómetros... definitvamente nos hemos "enhuertado entre las huertas". Llevamos ya 45 kilómetros y deberíamos haber llegado de sobra a Brozas, sin embargo continuamos por las sendas de las dehesas. Decidimos dejar la bici y subir hasta un vértice geodésico para ver si divisamos "algo"... Se confirma: "nos hemos enhuertado". Desde lo alto divisamos dos pueblos, uno muy pequeño que no está muy lejos y otro muy grande que está a... (es decir, muy lejos) y que, aunque no queremos creerlo todo nos hace creer que es Brozas... Nos resignamos y nos dirigimos allí pedaleando.
 
Al llegar al pueblo que estava a lo lejos nos quedamos pegados en el sitio... No era Brozas!!! Estábamos en Navas!!!! más lejos de nuestra meta! nos habíamos desviado bastante de nuestro recorrido inicial... A parte de todos los kilómetros que acabábamos de hacer demás con nuestra maravillosa enhuertada, nos quedaban ahora otros 7 kilómetros más que nos íbamos a llevar de regalo...
 
Habiendo analizado "bien" el mapa y contando los kilómetros que nos quedaban para llegar a Alcántara, nos dimos cuenta de que íbamos a ir justos casi hasta de luz, así que hicimos una breve parada para repostar fuerzas comiendo algo y tomando una birra gigante y continuamos nuestro camino
 
Desde Navas seguimos por una pista ancha que facilitaba la marcha en bici pero que no era tan bonita como los caminos anteriores
 
Las horas pasaban y poco a poco comenzaba a refrescar, lo cual se agradecía infinitamente. El problema es que comenzaron a crearse por el camino unos remolinos de viento muy poco agradables, la verdad
 
Llevábamos unas siete horas pedaleando y todavía estábamos lejos de nuestro objetivo, cada vez se hacía más presente en nuestra cabezas la idea de "ruta interminable"
 
 
 
Por fin, después de unas ocho horas dando pedales parecía que nuestra meta estaba más cerca. Llegamos a un pequeño río y después de atravesarlo estaríamos a unos 5 kilómetros de Alcántara, así que decidimos aprovechar para descansar unos minutos.
 
Continuamos el camino y empezamos a ver "vida" por el camino, eso nos decía que esta vez sí que íbamos por el camino correcto.
 
Ya sólo nos quedaban los últimos 3 kilómetros y éstos había que hacerlos por carretera. Empezamos a circular y... ver para creer, al minuto nos dimos cuenta de que habíamos pinchado. No sólo uno, los dos teníamos las ruedas picadas y aún más, Jorgito había llegado a pinchar las dos...
 
Agotamos todos los recambios que teníamos y por fin logramos llegar a nuestro destino... Alcántara!!!
 
llevábamos 10 horas de ruta y estábamos agotados, así que decidimos pegarnos dos homenajes: el primero, dormir en la Hospedería Conventual de Alcántara, un lugar increíble y con una calidad precio más que excepcional que os recomiendo a todos...
 
Y el segundo, tomarnos unas cervezas gigantes que nos permitieron volver a la vida!!!!
 
Antes de acostarnos a Jorgito le quedaba otro reto, arreglar como pudiera los pinchazos porque habíamos agotado todas las cámaras de reserva y nos quedaba el resto de camino de vuelta, además era domingo, complicado comprar nada...
 
A primera hora de la mañana, después de dormir como auténticos marajás, decidimos retornar, eso sí, dado que no teníamos más recambios y las posibilidades de pinchar por estos caminos eran muy altas, el camino de vuelta lo hicimos todo por carretera, más aburrido por supuesto, pero mejor asegurar que quedarse tirado en medio de estas dehesas...
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Poco a poco continúo con la crónica de Marruecos, un país perfecto para los Nisios. Aquí no sólo podemos ascender a Cuatromiles para todos los bolsillos como os he demostrado sino que también podemos disfrutar de otros deportes que están en nuestras venas, por ejemplo, la escalada. Las gargantas del Todra son un auténtico paraiso para los amantes de esta práctica y quisimos descubrir en las propias carnes el porqué. Eso sí, antes teníamos que calentar músculos, así que hicimos parada en el desierto de Merzouga, un destino cada vez más turistico que te permite disfrutar de los maravillosos paisajes del desierto. 
 
 
Eso sí, como comprenderéis, los nisios no pueden hacer la tradicional aventura de coger un camello y un guía y adentrarse en este desierto sin más. Nuestro objetivo fue subirnos a la duna más alta de Erg Chebbi, este mini desierto que tiene 22 km. de longitud y 5 km. de anchura.
parece fácil, pero os aseguro que para alcanzar la cima se echa la gota gorda. Poco a poco comenzamos a subir, lo bueno, que por primera vez no era necesario ningún tipo de equipación, más bien lo contrario, con el calor que hacía sobraba hasta la ropa interior...
Por ilógico que parezca, cada paso que dabas parecía que estabas más lejos de la cima...
Pero por fin, después de una horita calentando las piernas.... llegamos a la cima!!!!! las vistas merecen la pena, se veía el principio y el fin del "mega desierto".
Lo más divertido de todo... la bajada!!!!
Ahora ya estábamos preparados para comenzar la escalada en el Todra!!! bueno no, todavía no... La cerveza no es necesaria, es obligatoria antes y después de cualquier reto!!!!
Ahora sí que estábamos listos para trepar por las rocas más espectaculares de Marruecos, así que cogimos la furgo y pusimos rumbo a las gargantas del Todra.
Este lugar es mágico. Mires por donde mires, te encontrarás con bloques gigantes de piedra rojiza que pueden llegar a alcanzar los 300 metros de altura. Por si fuera poco, los alrededores están repletos de una vegetación que posee unas tonalidades de verdosas realmente impresionantes. El contraste de colores es abrumador...
En cuanto llegamos comenzamos nuestra aventura. A probar esas vías vertiginosas que se han hecho conocidas a nivel internacional!!! Primero Gaspar...
Turno de Jorgito
Y Martita para terminar
Primer acercamiento a las gargantas del Todra superado. La experiencia nos había entusiasmado a todos; pudimos comprobar que hay miles de sectores y también que hay que tener cuidado, porque la equipación de algunas vías no llega ni al nivel de "chapas de coca cola". Así que decidimos hacernos con un croquis del lugar. 
Nos acercamos al primer hotel que vimos y... casualidades de la vida!!!! nos encontramos con al mismísimo Hassan de la montaña!!!! uno de los guias más conocidos en el entorno de internet!!! él nos facilitó los croquis de la zona y nos proporcionó toda la información que necesitábamos, un tipo encantador que os animo a que conozcáis si os acercáis por el Todra. 
De todos modos, los croquis también se pueden conseguir por internet en páginas como esta http://mountain-weekends.blogspot.com.es/2010/04/guia-oficial-de-topos-y-croquis-de.html aunque es verdad que si los adquieres allí además de ayudar a los lugareños y a mejorar las vías de la zona, tendrás unos croquis completamente actualizados, pero bueno, sigo con nuestra historia... Tras charlar con Hassan, nos metimos en un camping acogedor y tranquilo en el que encima éramos los únicos clientes
Tras descansar como marajás comenzamos nuestro segundo día de escalada. El sol nos acompañaba y la pared nos estaba esperando...
Decidimos atacar por la parte más espectacular, la garganta donde las imponentes rocas se unen dejando un espacio mínimo por el que pasan los vehículos turísticos y un pequeño riachuelo
Gaspar abre la vía ante numerosas miradas de "guiris" que alucinan más con nuestras proezas que con las vistas del lugar
Y Jorgito y yo le seguimos...
Después de hacer varias vías (un 5+ y un 6º+), decidimos descansar y para nuestra sorpresa, nos dimos cuenta de que no éramos los únicos españolitos que estaban por el lugar
Un bocata rápido y continuamos dándole caña al Todra.
Como hay tantos sectores, lo de repetir vías es casi una misión imposible si no cuentas con mucho tiempo
En el Todra tienes vías para todos los niveles y para todos los gustos, complejas, fáciles, dificultad media, largas, cortas, ...
Según nos comentaron, la época por excelencia es Semana Santa, en esas fechas sí que hay numerosas personas trepando por las paredes, pero el resto del año suele estar muy muy tranquilo. Nosotros apenas nos econtramos con otras seis personas escalando durante toda nuestra estancia.
Apuramos hasta que el sol nos lo permitió y depués, al camping a descansar
Al día siguiente atacamos a primera hora de la mañana un nuevo sector, aunque el tiempo estaba vez no tenía mucha intencíón de darnos tregua...
A los diez minutos comenzó lo que parecía la "tormenta del siglo" así que dimos por finalizado nuestra aventura por las gargantas del Todra.
La conclusión: tres días increíbles y una experiencia única. Un lugar imprescindible para los apasionados de este deporte.
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Vacaciones 2.012, año de la crisis. Hay que ahorrar pero queremos seguir deleitándonos con paisajes, montañas y actividad así que tres de los nisios (Gaspar, Jorgito y Martita) decidimos adentrarnos en las entrañas de Marruecos. No se le puede pedir más a este país, escaladas (que describiré en las próximas entradas), surf, desierto, ciudades abrumadoras, gente extraordinaria y, por supuesto, montañones gloriosos como en Toubkal, el pico más alto de Marruecos con 4.167 metros que se encuentra situado en el Atlas.
El punto de partida es Imlil, una pequeña localidad siutada a 1.800 metros de altitud en la que están acostumbrados a ser visitados montañeros y turistas y donde se pueden encontrar tanto campings como holteles, albergues e incluso un refugio bastante acogedor. 
Así que dejamos la furgoneta en un camping y comezamos con nuestro primer objetivo: llegar a uno de los dos refugios situados a 3.200 metros de altitud.
En pocos minutos vamos dejando atrás el pueblo y comenzamos a disfrutar de unas vistas impresionantes
La ruta es más que evidente. El sol nos acompaña y afortunadamente no nos encontramos con mucha gente. Los pocos compañeros de camino que nos encontrábamos eran los burritos que subían cargados de mochilas, lo cual nos hacía imaginar que no íbamos a ser los únicos en intentar alcanzar la cumbre al día siguiente
Los paisajes que nos acompañaban durante este recorrido eran bastante volcánicos y después de unas dos horas largas de pateo llegamos a un pequeñísimo pueblo lleno de encanto. Cuando hablo de pueblo igual exagero, porque lo único que había eran dos tiendecitas y un puesto de venta de zumos de naranja, pero bueno, que bonito era muy bonito... Por cierto, lo mejor es la piedra blanca flanqueada por una bandera a la cual estaba completamente prohibido llegar
Tras charlar unos minutos con los dos únicos lugareños que se encontraban en este lugar, continuamos la ruta hacia el refugio.
Poco a poco íbamos cogiendo altura y el paisaje iba cambiando, aunque todavía no veíamos nada de nieve
Por fin, después de unas cuatro horas largas de caminata llegamos a los dos refugios del Toubkal. Los dos están en el mismo lugar pero es conveniente mirar los precios y el servicio que queremos antes de llegar porque hay diferencias. El de abajo es algo más caro que el de arriba, sobre todo para los que están federados, así que como comprenderéis, con los tiempos que corren nos fuimos directos al de arriba, que para eso somos nisios!!! 
La tarde la pasamos tranquilitos en el refugio charlando con algunos guías y con los montañeros que perseguían nuestro mismo objetivo. El día había sido tan bueno que comenzamos a modificar nuestros planes. Tras analizar bien los planos de la zona, decidimos pasar un día o dos más en estas montañas. La idea era hacer una ruta de unos dos o tres días y subir varios picos, todo dependería del tiempo, ya que según los guías del refugio, pronto aparecería una borrasca por la zona.
Cenamos y justo cuando nos íbamos a ir a dormir nuestros objetivos sufrieron un revés, estaba comenzando a llover, al parecer, la borrasca se había adelantado... de todos modos, optamos por tomar la decisión de qué hacer por la mañana, después de descansar y viendo cómo evolucionaba la meteorología. 
A las siete de la mañana ya teníamos muy claras las cosas. había estado jarreando toda la noche y hacía un viento del copón, el tiempo no iba a dar tregua en unos cuantos días así que subiríamos para cumplir nuestro objetivo y con las mismas bajaríamos para abajo. La jornada iba a ser dura, más de ocho o nueve horas, con un desnivel acumulado de más de 5.000 metros. No había tiempo que perder, el Tobkal nos esperaba.
Nada más salir comenzamos a pisar nieve. Algunos grupos habían salido antes que nosotros, pero cogimos el ritmo y fuimos alcanzándoles poco a poco. Como se suele decir, sin prisa pero sin pausa. Por cierto, hago aquí un inciso: fliparíais si viérais la equipación de algunos de los "montañeros" que se aventuran a alcanzar la cima del Toubkal. Vale que es un 4.000 sin dificultad, pero creo que el respeto por la montaña se pierde muy rápidamente en algunas ocasiones... Vimos de todo, hasta gente intentando colocarse los crampones al revés...
Las montañas nos protegían del viento así y la meteo nos había dado algo de tregua, apenas caían unos cuantos copos de nieve
A medida que avanzábamos la niebla se hacía más y más densa y el viento comenzaba a coger fuerza
Estabamos muy cerquita de la cumbre, pero el viento se hacía cada vez más insoportable, además, comenzaba a nevar...
Los últimos metros se hacían eternos... De repente se abrió un claro... no nos lo podíamos creer, ¿nos daría tregua el tiempo justo en la cumbre????
SIIIII!!!!! Llegamos y aunque no teníamos todas las vistas que nos hubiera gustado, por lo menos podíamos disfrutar de la cumbre!! Pañuelo del Llamas y foto de rigor!
Una de las pocas vistas que conseguimos divisar...
Una foto más de nuestra hazaña...
Ingenuos de nosotros, pensamos que la tregua dada por la meteo nos iba a durar y tuvimos la tentación de probar suerte y hacer la ruta larga con el ascenso a varios picos y la bajada por otra parte que habíamos estado rumiando por la noche. En menos de diez minutos descartamos la idea, el temporal volvía a hacer acto de presencia, había que bajar rapidito y sin pausa...
Antes de darnos cuenta ya estábamos de nuevo en el refugio, qué facil se bajan caminos que cuesta tanto subir...
Hicimos paradita de rigor para tomar un excelente te y entrar en poco en calor y con las mismas continuamos bajando hasta la furgoneta. Nos quedaban todavía bastantes horas de caminata
Poco a poco fuimos descendiendo. Íbamos bien de tiempo, así que decidimos hacer un alto en el camino para disfrutar de uno de los excelentes zumos naturales que hacen los lugareños en medio de la montaña
Nos sentamos a descansar y de repente Jorgito se dio cuenta de lo dura que es esta montaña... Se le había reventado la bota!!!
Después de más de diez horas de ruta alcanzamos el pueblo de Ilmil
Y tras caminar media hora por la carretera (este tramo sí que se hacía pesado de narices...) llegamos al camping!!! ¿Qué faltaba? ¡La cervezota de rigor!!!!! Un flag fresquita para celebrar la travesía!!!
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			Lo primero que hay que hacer en estos casos es pedir disculpas. Más de medio año sin dar señales de vida no es una cosa seria, aunque sí es una cosa muy nisia...
La vida, caprichosa, nos lleva a veces por derroteros impredecibles y este año puedo contar con los dedos de una mano, y me sobran dedos, las veces que he podido salir a la montaña. Eso sí, fueron tres buenas salidas, la ascensión a La Galana, el Corredor del Marqués y la Cresta Madejuno-Tiro Llago, que aún tengo pendiente de publicar...
Eso por la parte que me toca, porque otros miembros de The South Face Extreme Nisio Team han estado, por ejemplo, dándole a la escalada con una Rabada-Navarro al Naranjo entre otras actividades que, quién sabe, algún día podría ver la luz en este humilde blog de montaña.
En cualquier caso, la falta de tiempo para dedicarle a la montaña ha sido suplida por pequeñas salidas a trotar al principio y un enganche a eso de correr al final que me llevó a participar en carreras de 10 kilómetros, después en medios maratones y finalmente, hace exactamente un mes, en mi primer maratón.
El objetivo no era muy ambicioso: acabar vivo... en el siguiente vídeo está resumido lo que sucedió:
 
En fin, que visto lo visto, este año no habrá calendario oficial de The South Face y a ver si en 2013 puedo pisar algo más el monte que de momento el invierno promete...
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Fin de semana libre y temporal en toda la Península. Este era el panorama con el que nos encontramos el viernes pasado. Lo lógico hubiera sido aprovechar para descansar de las arduas tareas parentales y maternales en las que nos hemos visto envueltos algunos de los nisios en este último año, pero como si nos quedamos en casa corremos el riesgo que se derrumbe y fallezcamos sepultados (¡qué horror...!) nos decantamos por levantarnos medianamente pronto el sábado y volver a una de las zonas más privilegiadas de León (ya es decir, porque la provincia de León es mucha provincia...), la zona de Riaño. 
Como decía, la previsión meteorológica no era precisamente buena, así que decidimos encumbrar un pico sencillito pero gratificante y emblemático, el Yordas (1.964m).
Salimos de Pucelosis sobre las 8,20h y hasta las 12,00h no nos plantamos en Liegos pero no teníamos prisa, ahora los días son mucho más largos. Desde allí seguimos las indicaciones dadas en el maravilloso libro de "las montañas de Castilla y León" (escrito por el mayor nisio de todos, Borjita) y en un plis plas Carmencita, Jorgito y Martita estábamos listos para comenzar. El tiempo, el previsto, llovizna que parecía que no nos iba a dar tregua...
Y en este punto es cuando tengo que pedir PERDÓN con mayúsculas por la nisiada del día (para no variar...). Pedí la cámara a Jorgito para hacer una foto del inicio y cuando la fui a encender no funcionaba... en ese momento, nos dimos cuenta de que para una vez que no nos habíamos olvidado de llevar la cámara nos habíamos dejado el cargador "cargando" en casita... sin comentarios... así que tuve que hacer las fotos con el móvil (más viejo que Matusalén) y la calidad "es la que es".
Pero bueno, no me entretengo más, comenzamos:
El ascenso comienza atravesando una verja y adentrándote en un precioso bosque lleno de hayas. El camino está perfectamente marcado y casi desde el principio vas zigzageando hacia arriba y ganando altura muy rápidamente. Nuestro objetivo se encuentra oculto entre las montañas que tenemos enfrente
Tras caminar durante una hora aproximadamente, nos encontramos con un letrero clavado en uno de los árboles del bosque que nos indica que para el Yordas hay que ir hacia la izquierda y casi al mismo tiempo nos toca atravesar el río que nos ha ido acompañado durante todo este tiempo
No abandonamos el bosque pero a medida que vamos avanzando su paisaje cambia, ahora lo que predominan son los líquenes, que han llegado a invadir todos los troncos de las hayas y el resultado es realmente espectacular. 
Continuamos progresando y poco a poco vamos abandonando el bosque
A pesar de los presagios, el tiempo no sólo nos está respetando, sino que el único claro que hay en toda la zona avanza con nosotros. Al llegar al collado Yordas sale el sol, esto sí que es un privilegio. Jorgito mira el mapa no para saber por dónde continua el camino, sino porque desde que hemos comenzado la ruta está muy mosqueado, todo le suena y en todas partes parece haber estado pero no recuerda ni cuándo ni la cima a la que llegó en ese momento... Carmencita y yo aguantamos estoicamente sus permanentes "inquietudes e intrigas" que no deja de mencionar ni un solo momento.
Al dejar el collado Yordas y dirigirnos hacia la cumbre comienza la nieve, no hay mucha y se puede avanzar sin problemas
Poco a poco vamos ascendiendo y antes de darnos cuenta por fin logramos ver nuestro objetivo, la cima del Yordas
Ya estamos bastante arriba, nos queda un último esfuerzo y para hacerlo más emocionante el tiempo cambia y comienza a nevar y a ventear. Jorgito sigue mosqueado, todo le suena...
Continuamos ascenciendo. Ya sólo nos queda una última subida o eso creíamos, porque justo cuando estábamos a punto de llegar a la cumbre vemos que se asoma otra cumbre por detrás repleta de nieve... nos quedamos los tres ojipláticos... pensábamos que ya habíamos llegado a nuestro objetivo. Avanzamos un poco más para llegar a la cresta de la montaña que ascendíamos y... ¡SORPRESA!  
  La niebla y los diferentes grosores de nieve en la cumbre nos habían hecho creer que quedaba otra cima. Estábamos en la cumbre y teníamos el pantano de Riaño a nuestros pies.
 La niebla y los diferentes grosores de nieve en la cumbre nos habían hecho creer que quedaba otra cima. Estábamos en la cumbre y teníamos el pantano de Riaño a nuestros pies. 
  Desgraciadamente no podemos disfrutar de muchas vistas y además aquí nieva con fuerza y el viento es bastante fuerte, así que nos hacemos rápidamente una foto de grupo.
 Desgraciadamente no podemos disfrutar de muchas vistas y además aquí nieva con fuerza y el viento es bastante fuerte, así que nos hacemos rápidamente una foto de grupo. 
  Otra me la hago con Carmencita, que no es tan habitual contar con su grata presencia.
 Otra me la hago con Carmencita, que no es tan habitual contar con su grata presencia. 
Y bajamos sin demorarnos ni un minuto por el mismo camino por el que hemos venido. En cuanto comenzamos a descender el tiempo vuelve a ser agradable y antes de que nos queramos dar cuenta estamos de nuevo en el bosque
En un rato llegamos a la furgoneta y nos ponemos las botas con el chorizo casero del padre que Carmencita que hemos traido para la ocasión. En definitiva, un precioso pico y un excelente día, lástima de fotos, pero bueno... ¡Ah! Se me olvidaba lo más importante. Jorgito continuó con su intriga y mosqueo hasta el lunes, momento en el que Andrés Iglesias le recordó que este pico ya lo habían hecho juntos hace unos cuantos años. Sin comentarios...
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			 Viene de aquí
Viene de aquí 
Otra semana después retomo el relato de    
nuestro fin de semana por Picos de Europa, allá por el veintitantos de marzo. Tras no pocas pero sí nisias tribulaciones el sábado 24 de marzo salimos hacia el Refugio de Vegarredonda. Eran como las 11,30h y Óscar, Tato, el otro Borja y un servidor, el Borja primegenio, al menos desde mi onfaloscópico punto de vista, lo cual no quiere decir nada más que, para evitar confusionismo, a partir de ahora el será el otro Borja y yo, simplemente seré una vez más el narrador homodiegético de esta pequeña historia de montaña. 
El caso es que mientras Andrés, Gaspi y Sergio terminabvan de prepararse, Óscar, Tato, el otro Borja y yo empezamos a caminar por la verde pradera con el sugerente fondo de los picos que nos disponíamos a subir. 
El tipo del bar refugio nos dijo que no se podía llegar al aparcamiento de Pan de Carmen con el coche, que la pista estaba muy mal, luego, después de más de media horita de pateo nos encontramos allí hasta un Seat Ibiza. En fin, sigamos sin maldecir en exceso que luego esto lo lee mi madre... Hacía como veinte años que no venía por esta zona, imperdonable retraso, pero este árbol y el puente de después los recordaba perfectamente...
...comienza la subida y caminamos a ritmo tranquilo, no tenemos prisa. Así que Andrés, Gaspi y Sergio no tardan en alcanzarnos...
...con el panorama que nos aguardaba delante, no me extraña que se dieran prisa...
...no tardamos en empezar a pisar nieve...
...y así llegamos al collado de Gamonal desde el que ya vemos el refugio, de foto en su privilegiada ubicación. Unos cuantos tardaron un poco más, supongo que iban tan embobados mirando el cresteado horizonte que no se percataron de las marcas de PR y se dieron na vueltecita para terminar de ganarse la cervecita.
Así, tras registrarnos en el refugio, Gaspar, con su rodilla un poco tocada, y Sergio, por hacerle compañía y velar armas ante el reto que nos esperaba al día siguiente, pero que por exigencias de los patrocinadores contamso en la anterior entrada de este humilde blog. El resto decidimos aprovechar la tarde acercándonos hasta el mirador de Ordiales que recordaba espectacular de mi anterior visita cuando tenía 18 años...Ahí está Andrés observando el incendio que se intuye justo tras el lugar al que nos dirigíamos...
...y ahí viene el otro Borja con el espectáculo de Picos a su espalda...
...según nos acercamos a Ordiales el olor del humo se van intensificando...
...ya queda menos, esta foto estás hecha junto al refugio de Ordiales que, en esta ocasión me olvidé de fotografiar...
...y ya a punto de asomarnos al mirador...
...con estas ahumadas vistas, apenas se intuía el pico Jario y como la inhalación de humo no es una de nuestras aficiones tampoco nos asomamos mucho más...
...eso sí, las paredes del Cotalba por esta vertiente son la leche y Andrés se gana un posado robado.
Por supuesto, presentamos nuestros respetos al Marqués y le comentamos nuestra intención de realizar al día siguiente el corredor que lleva su nombre. Con su permiso, gracias...
Y sin más nos fuimos para abajo que la cena era a las ocho y había que coger fuerzas. Así me retrató Andrés...
...y así retraté yo a Tato y al otro Borja...
...aunque la vista y el objetivo de la cámara se iban hacia esas dos torres que ni entonces ni ahora logro identificar...
Dos días más tarde, una vez subida y bajada la Torre de Santa María de Enol, sólo quedábamos Óscar, Tato, el otro Borja y yo que nos habíamos pedido un par de días más de permiso para aprovechar nuestra visita a los picos. Y lo hicimos ascendiendo al Cotalba. así que el lunes 26 por la mañanita empezamos a recorrer el mismo camino que acabo de relatar...
...sin humo de incendio, pero sí con nubes en el cielo llegamos al refugio de Ordiales...
...y tras comer un poco de chocolate continuamos hacia ese colladito en pos de la cima del Cotalba...
...la pendiente nos hizo romper a sudar aunque la verdad es que las nubes ayudaban a que bajara la temperatura...
...hacia atrás, el Tiatordos ofrece su cara más espectacular... otro en la lista de pendientes...
...y abriendo el zoom, el valle de Sajambre hasta el desfiladero de los Beyos.
Tato yo íbamos más despacio y al franquear el collado nos encontramos a Óscar y al otro Borja en esta aguerrida posición montañera. ¡Vaya siesta se estaban echando los zagales!
Les despertamos con cuidado y les informamos de que, si eso, lo mejor era continuar la marcha que la cima estaba ahí al lado. De hecho en la siguiente foto, está arriba a la derecha...
...cuestión de algo más de media hora...
...seguimos unas huellas de hace un tiempo, pero caminamos solos, una de las sensaciones más agradables de ir al monte es hacerlo solos y este lunes disfrutábamos una vez más de ese privilegio.
...hacia abajo las vistas son la repanocha... 
...mientras Tato y el otro Borja recorren ya los últimos metros...
...el otro Borja ya está casi en la cima...
...casi, casi...
...mientras Óscar cierra el grupo.
No tardamos en encontrarnos todos en la cumbre. Precios y con impresionantes vistas. Nos hacemos la foto de grupo, comemos tranquilamente diversas viandas reservadas para la ocasión...
...y muy a nuestro pesar nos volvemos para el refugio, que tras caminar no sin penurias por una nive cada vez más paposa, ya oteamos ahí abajo...
...la guarda del refugio, Marta creo que se llamaba, nos esperaba para quedarse tranquila de que todo había ido bien y tras saldar nuestra cuenta se marchó. Nosotros, tras rechacer la mochila, no tardaríamos en seguir sus pasos... 
...pasos, eso sí, remolones, que no querían volver a casa y que inevitablemente se detenían de vez en cuando para obligarnos a echar la vista atrás...
...no era para menos...
...y así caminando sin prisa pero sin pausa, regresamos a las praderas de la vega de Enol, con una cerveza en la mano en el garito del tipo que nos engañó diciendo que el coche no pasaría hasta el aparcamiento de Pan de Carmen (los nisios no somos rencorosos si nos dan buena cerveza) contemplamos por última vez el macizo occidental de los picos de europa, El Cornión... 
 
...aunque una vez más los ojos se nos iba, vaya usted a saber por qué, hacia esa línea diagonal que se traza en aquella montaña, que hace muchos años bajo un marqués y que el día anterior nosotros habíamos subido como unos marqueses.
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Cuando los Héroes del Paldor se reúnen suelen suceder cosas interesantes. Incluso Gaspi se apuntó, a pesar de su rodilla tocada, cuando supo que la idea era hacerse el Corredor del Marqués a la Torre de Santa María de Enol una de las invernales más clásicas y repetidas de Picos de Europa. El sábado 24 de marzo, con algún que otro contratiempo que no reseñaré para no alimentar nuestra nisia leyenda, llegamos al refugio de Vegarredonda. Un paseo hasta el mirador del Ordiales para echar la tarde y, a la hora de cenar, la tensión se desató en el acogedor comedor del refugio cuando se oyó la fatídica pregunta: 
-¿A qué hora queréis el desayuno? Se sirve de 7,00h a 9,00h.
Acabando la macedonia estábamos cuatro chiscos con un guía, un grupito de tres y otra cordada de dos, todos con la misma intención, hacer el Corredor del Marqués. Tras unas miradas y unas risas, nosotros lo pedimos a primera hora. El resto no pidió desayuno. Perfecto, a los nisios nos gusta subir con la huella bien hecha. Después, al cruzarnos en un rápel nos confesaron que se habían levantado a las cuatro de la madrugada...
Cuatro horas después, a las ocho, con un suculento desayuno en el buche, los Héroes del Paldor, terminábamos tranquilamente de preparar las mochilas para ponernos en marcha. ¡Qué bien lo hicimos! Pronto sabrán ustedes por qué.
Bueno, allá vamos: Gaspi, Sergio, Andrés y un servidor camino de la gloria. Nos falta un héroe del Paldor: Alfonso que andam metido en unos jaleos bonaerenses pero siempre viaja en nuestros corazones. También se quedaron en el refugio, Óscar, Tato y otro Borja, que iban a hacer otra actividad.
 
Esa noche habíamos adelantado preceptivamente una hora el reloj, habíamos dormido una hora menos, pero tres más que el resto del refugio, no podíamos quejarnos. Abajo queda Vegarredonda y más abajo las nieblas que pueblan los valles.
 Seguimos las huellas en dirección a Los Argaos...
Seguimos las huellas en dirección a Los Argaos...
 ...y ganamos altura con rapidez en busca de este bonito collado...
...y ganamos altura con rapidez en busca de este bonito collado...
 ...que nos permite sacar bellas fotos...
...que nos permite sacar bellas fotos...
 ...alguna incluso estética y todo...
...alguna incluso estética y todo...
 
...hasta que Sergio nos hace partícipes de que, una vez más, nuestra nisia condición se ha hecho patente. Nos hemos confundido de huellas, de collado y ahora hay que buscar un paso para sortear esta peña. sergio se lo toma con calma y reflexiona con un cigarro en la boca. Por u momento, parece que el desánimo va a cundir entre la muchachada. Sin embargo, caemos en la cuenta de que si ya hemos metido la pata no es muy probable que volvamos a hacerlo más adelante... o sí.
 
Lo bueno es que desde aquí tenemos una vistas excelentes a la Torre de Santa María de Enol, con el evidente Corredor del Marqués que la atraviesa en diagonal. Pero lo mejor es que comprobamos que hay que atasco a la entrada de la vía y dos seres humanos más todavía suben por Cimba Vieya. si hubiéramos madrugado más, ahora estaríamos haciendo cola a saber cuánto tiempo. Esas horitas las ganamos en el saco. Los nisios acabábamos de echar por tierra la sabia frase de Rebuffat: "nunca te arrepentirás de salir al monte demasiado pronto, siempre de hacerlo demasiado tarde". Somos así, creamos un nuevo estilo.
 Con renovadas fuerzas ante nuestra inusitada pericia retomamos la marcha...
Con renovadas fuerzas ante nuestra inusitada pericia retomamos la marcha...
 ...al sol hace calorcito...
...al sol hace calorcito...
 
...así que decidimos quedarnos en la zona soleada para colocarnos el arnés y repartir la cachacherría, que hasta nos sobra tiempo para buscar imposibles alternativas en la pared para evitar las esperas y los jaleos en las reuniones. Venga una foto así disfrazados de montañeros...
 ...y vamos para allá...
...y vamos para allá...
 
...Andrés se queda enamoradito de las cascadas de la vía Norte Directa y la retrata con su habitual maestría...
 
...y como si lo hubiéramos calculado, cuando llegamos a la entrada de la vía. Una chica ocupa todavía la primera reunión. Perfecto, tenemos tiempo para terminar de desliar las cuerdas...
 
...y cuando la reu queda libre Gaspi va para allá en doble. Lo más delicado el pasito de esa roca, luego un poco de hielo, pero bien puesto y sin excesiva inclinación. Para ganar tiempo, nosotros tres subiremos son la cuerda por arriba...
 ...allá va Sergio...
...allá va Sergio...
 
...detrás salgo yo. Cuando llego a la reunión decidimos que lo mejor es que siga el siguiente largo y formemos ya dos cordadas independientes que, finalmente subiremos casi a la par. Allí va Sergio, a quien aseguro desde la segunda reunión, mientras Andrés llega a la primera para juntarse con gaspar. acabamos de cruzarnos con los cuatro chicos que iban con el guía. La nieve está perfecta y después de mis sempiternas dudas iniciales, empiezo a disfrutar.
 
Siguiente largo, que esto es divertido. Una vira de nieve en la que me cruzo con la cordada de tres que rapela. Más abajo, Andrés acaba de llegar a la segunda reu y se dispone a asegurar a gaspar que se ha estado un buen rato en la primera.
 Desde la tercera reunión, donde nos juntamos de nuevo los cuatro, Sergio empieza a darle a cuarto y penúltimo largo...
Desde la tercera reunión, donde nos juntamos de nuevo los cuatro, Sergio empieza a darle a cuarto y penúltimo largo...
 
...después sale Andrés mientras Gas y yo aseguramos. Lo estamos pasando pipa y por lo que nos cuentan... todavía queda lo mejor: el diedro final.
 Por arriba, Andrés recoge la belleza de movimientos con la que Sergio gestiona esta parte de la vía...
Por arriba, Andrés recoge la belleza de movimientos con la que Sergio gestiona esta parte de la vía...
 
...que desde arriba, unos minutos más tarde retrato yo así: con Gaspar picando hielo sobre un paisaje impresionante...
 
Y ahora sí, el larguito del diedro. Sergio va lanzado y sigue de primero...
 ...no hay quien le pare...
...no hay quien le pare...
 
...ya sale por arriba tras superar el muro final con par de pasitos en mixto y una agarre de esos que te llevas la piedra de la mano...
 
Después tira Gaspi de primero y luego voy yo con la cuerda por arriba. Así nos fotografía Andrés...
 
 
...y así aparezco yo bajo el muro final mientras Andrés arranca más abajo...
 ...y así posamos los cuatro, con Peña Santa a nuestra espaldas, tras juntarnos arriba. Yupiiiiii
...y así posamos los cuatro, con Peña Santa a nuestra espaldas, tras juntarnos arriba. Yupiiiiii
 
...ahí está Peña Santa, al otro lado del Jou Santo, ¡otro día te hacemos una visita, maja!
 
...y sin mucha demora comenzamos a enlazar rápeles para bajar que es un poco tarde. Al final empezamos la vía a las 12,40h y salimos por arriba a eso de las 15,50h. Esta foto es de las 16,30h
 En el segundo rápel nos juntamos con la pareja que nos precedía y decidimos aunar esfuerzos para bajar un poco más rápido... ahí voy yo...
En el segundo rápel nos juntamos con la pareja que nos precedía y decidimos aunar esfuerzos para bajar un poco más rápido... ahí voy yo...
 ...ahí viene Andrés...
...ahí viene Andrés...
 ...y el último rápel volado y divertido...
...y el último rápel volado y divertido...
 ...después a recoger las cuerdas y corriendo para el refugio, que la cena es a las ocho...
...después a recoger las cuerdas y corriendo para el refugio, que la cena es a las ocho...
 ...con nieve sopa pero buen ritmo...
...con nieve sopa pero buen ritmo...
 
...sobre las siete y media estábamos de nuevo en el refugio donde nos esperaban unas merecidas Mahou. Yo tenía tiempo de sobra para la cena, pero Andrés, Sergio y Gaspar seguían hacia abajo, que al día siguiente curraban... en Madrid. Llegar, llegaron. Eso sí como a las cuatro y media de la mañana y con unas ganas locas no ya de trabajar sino de contarles a los compañeros del curro su hazaña de unas horas antes.
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Los lectores habituales habrá tenido un dejà vu al ver la fotografía que abre este reportaje. Pero no, no es un error, ni estamos atrapados en el tiempo y hemos vuelto al 13 de agosto de 2011 cuando ascendimos al monte Cerredo. Es sólo que desde el balcón de casa, además del Cerredo al fondo, también se ve un poco antes la estatua de la Virgen que hay sobre la ermita. Desde que llegamos a vivir a Castro Urdiales, dentro de poco hace ya dos años, tempus fugit, siempre había pensado, sobre todo cuando se ilumina por la noche, que algún día habría que subir allí. Pues bien ese día fue este sábado. Hacía bueno y ya era hora de que Álvaro subiera su primer monte. Y como Bernardo me ha recordado esta canción por la mañana y me viene pintiparada, pues aquí la pongo 
 
Así que pidiendo perdón por la escasa calidad de las fotos hechas con el móvil...
...vamos allá. Bajamos hasta la playa de Brazomar...
...y remontamos el río del mismo nombre. Álvaro está dormido hace un rato, éste va a ser un gran nisio, eso sí que es tomarse las cosas con calma, ¡calcadito a su tío Andrés!
Pasamos junto a la fábrica de Lolín, ¡qué anchoas oiga!
Y tras pasar bajo el puente de la autovía tomamos esta carreteruca para subir a la ermita de La Virgen.
La carretera pronto se transforma en pista de cemento que gana en pendiente....
...caminamos a buen ritmo entre eucaliptos...
...y con Álvaro ya despierto y mirando al tendido nos paramos a contemplar las vistas...
...éstas, hacia Castro, con nuestro barrio de Cotolino en primer término, el monte Cueto sobre él y al fondo el rompeolas del superpuerto de Bilbao. 
...seguimos la pista hasta que, en este punto, nos encontramos con unos pastores que nos dijeron que nos habíamos pasado el desvío hacia la ermita. Nos tocaba desandar el camino... Fue entonces, al darnos la vuelta, cuando, tras sacar esta foto, mientras le explicaba a Álvaro lo que era una vaca me miró con una cara como la del niño del anuncio aqule del Atlético de Madrid, así como diciéndome: -"Papá, ¿por qué somos nisios?".
-"Hay cosas en este mundo que no se pueden explicar, cuando seas mayor lo entenderás", le constesté.
Ya en el camino bueno, echamos la vista atrás, hacia la autovía y el monte Santullán a la derecha...
...y Raquel nos saca a nosotros en las últimas rampas...
...bueno, las penúltimas, que las últimas son éstas...
...nada, que ya estamos arriba.
Las vistas sobre Castro urdiales eran como preveíamos, perfectas.
Un poco de zoom y vemos la iglesia, el castillo-faro y el puerto donde a esta hora la gente se toma la caña y las rabas...
...y antes de bajar nos hacemos la foto oficial para The South Face Extreme Nisio Team, que ya tiene un nuevo miembro de manera oficial. Dentro de poco éste y su primo Mateo nos abrirán las vías de escalada... y si no ¡al tiempo!
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Aprovechando que por fin daban buen tiempo para un fin de semana, Jorgito, Mateo y yo decidimos acercarnos a Gernika y aprovechar la ocasión para descubrir un nuevo monte de los cientos que hay por todo el País Vasco. 
El Anboto (1.331 m.) ya estaba hecho pero nos faltaba conocer los alrededores de tan magestuosa montaña, así que sin pensarlo dos veces nos dirigimos hacia la localidad de Arrazola para intentar ascender al Ipizte o, como se llama oficialmente, el Iruatxeta (1.062 metros).
Dejamos la furgoneta en el aparcamiento de Arrazola y ya comenzamos a disfrutar de las vistas tan espectaculares que íbamos a tener durante todo el recorrido con el Anboto como gran protagonista.
Cogimos la calle de Arrazola que se dirige hacia la montaña y fuimos dejando poco a poco los caseríos del pueblo
En muy poco tiempo abandonamos la carretera asfaltada y comenzamos a ascender por una pista de tierra perfectamente señalizada que te va llevando hacia los pies del Anboto
En este tramo del principio es donde encontramos la única "pega" del recorrido. La ruta se adentra en un bosque y el camino se convierte en un auténtico barrizal, así que hay que tener cuidado si no se quiere pagar la cerveza de después, ya sabéis, por eso de tocar el suelo con el culo...
Por si no teníamos suficiente con concentrarnos para no resbalar y pagar birra, nos encontramos con unas "amables" vacas que no tenían ninguna intención de hacerse a un lado para facilitarnos el paso. Eso sí, Mateo estaba alucinando con ellas, creo que jugaba a ver quién aguantaba más la mirada, ellas o él...
A medida que avanzas el Anboto está más y más cerca y eso te permite examinar a fondo este montañón y descubrir cosas como la impresionante aguja que se asoma en la foto
Continuamos caminando y tras dejar el bosque seguimos por un camino que discurre por el lateral del Anboto. Aquí ya pudimos contemplar nuestro objetivo: el Ipizte (1.062m.)
Como ya os he comentado la ruta discurre bajo la mirada del Anboto, pero también va siempre pegada al río Errekaundi y cuando ya llevas una horita de caminata es cuando más puedes apreciar esto último, ya que toca cruzarlo unas dos o tres veces.
La caminata es suave y casi sin enterarnos vamos ganando altura. Tras una hora aproximadamente, la ruta se va alejando del río y se adentra en un hayedo impresionante.
Parece que estamos en una película de ficción con árboles que están a punto de hablar y paisajes donde puede aparecer un duende por cualquier parte
otra más para deleitar los sentidos
Este hayedo se encuentra exactamente en la vertiente oeste del Andasto y en menos de media hora a paso tranquilo alcanzamos el cordal de la montaña. Aquí el Anboto vuelve a adquirir todo el protagonismo, parece que estamos pegaditos a su cima.
Ya no nos queda nada para llegar a la cima del Andasto. Continuamos un poco más por un sendero que aparece a mano izquierda
Y realizamos una pequeñísima trepada para poder alcanzar la peña cimera. ¡Ya podemos decir que Mateo ha trepado!
El cielo estaba completamente despejado y las vistas que nos afrecía el Andasto eran impresionantes pero Mateo estaba mucho más feliz descubriendo lo que son los buzones que contemplando el paisaje, ¡cosas de niños!
Mateo aprovechó la parada para pegarse una gran pitanza compuesta por un puré de carne, patatas y verduras bien "calentito" y a continuación nos hicimos la foto de familia
Como el tiempo nos acompañaba y la hora era buena, volvimos a coger la pista y nos dirigimos hacia el Ipizte por el collado de Zabalandi. El camino está muy bien señalizado y sigue pegadito al Anboto
La nieve estaba presente desde el principio de la pista y eso hacía que el paisaje tomara unos tintes más bucólicos todavía
Jorgito aprovechó la ocasión para explicarle a Mateo lo que es la nieve. Aquí van los dos subiendo poco a poco
Después de caminar durante un cuarto de hora aproximadamente nos pusimos en el collado Zabalandi justo a los pies de la cima del Ipizte, donde hay un pequeño refugio.
Poco a poco continuamos la aproximación a la cima
Estábamos muy cerca de la cima pero la nieve cada vez era más blanda y pesada y a medida que nos acercábamos a la cima íbamos viendo que andar por el lapiaz con nieve y un bambino en la chepa no era la mejor idea, así que tras analizarlo minuciosamente decidimos que por hoy ya era bastante. La prudencia es la mejor amiga en la montaña. Así que poco a poco comenzamos el descenso.
En el horizonte la silueta del Udalaitz, el Atxaurrutxugane y el Erdikoatxa. Precioso cresterio que recorrimos hace unos meses cuyo relato duerme el sueño de los justos. Y mas al fondo ¿puede ser el Txindoki? ...
Y justo cuando comenzábamos el descenso pudimos comprobar la valentía de los vascos. Jorgito y yo nos quedamos pegados al ver subir a este ciclista. ¡Os juro que acababa de bajarse de la bici! Sin palabras...
Para no bajar por el mismo lado, nos dirigimos al collado de Ipiztekoarriaga, justo en la otra parte y comenzamos a descender poco a poco.
Pero de repente nos surgieron muchas dudas sobre si podríamos llegar al coche por el otro lado y sobre todo si podríamos hacerlo sin tener que caminar diez horas más. Así que ante la duda, nos decantamos por atajar por donde pudimos y volver a subir hasta el cordal del Andasto. Alguna nisiada teníamos que hacer...
¡de nuevo estábamos junto a la cima del Andasto! ¿esto no cuenta por dos?
Desde aquí sí que comenzamos a bajar y para no liarnos más lo hicimos por donde habíamos subido.
Aprovechamos una vez más para contemplar la perfecta aguja pegada al Anboto
Y volvimos a saludar a nuestras compañeras de camino
Después de más de cinco horas de pateo, llegamos de nuevo a Arrazola, ¡las cervezas ya nos estaban esperando!
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Este fin de semana bajé de las tierras cantábricas a Salamanca. Por supuesto, la semana anterior fue un ir y venir de SMS, correos eléctricos y mensajes en el Facebook para juntar al mayor número posible de nisios y acometer alguna actividad digna de The South Face Extreme Nisio Team. Finalmente, los elegidos fuimos Sergito, Jorgito y Borjita. Gaspi sigue recuperándose de una lesión de rodilla que se hizo esquiando y a Andrés se le ha visto mucho últimamente por Soria, se comenta que anda estudiando una nueva ruta al Moncayo con la que sorprender en los próximos Piolet d´Or, pero por el momento son todo rumores...
Total, que  el viernes 24 nos plantamos en Hoyos del Espino y tras una moderada ingesta de cervezas y huevos fritos con patatas, nos fuimos a dormir a la plataforma. Desde ese momento y hasta la mañana siguiente sólo aportaré unos datos: 
1.-Ese día me había metido tres platos de alubias con morcilla en casa de mi santa madre.
2.-Me tocó dormir en el saco menos caliente de los que llevábamos.
3.- Como consecuencia de las dos premisas anteriores pasé una noche entre medio perra y perra y media.
Y cuando el alba ya despuntaba en un despejado horizonte coloreado entre el malva y el anaranjado se produjo el que ya se conoce internacionalmente como "The saturday morning browny incident".
Tal vez eso pueda explicar mi lento caminar en medio de continuos jadeos, aunque a fuer de ser sincero supongo que sólo sería un elemento más que añadir a mi ya consabido lamentable estado de forma que desde ya me he propuesto mejorar.
Después de esta tal vez algo larga pero, a mi humilde juicio, totalmente innecesaria introducción como decía Chema el simpático panadero de Barrio Sésamo: "metámonos en harina".
Tras un apaño bastante aceptable a base de papel de periódico, a las ocho y cuarto de la mañana tomamos el cien veces recorrido camino de la laguna grande.
Por el Prado de las Pozas ya nos daba el solecito, se cumplían las previsiones y el día iba a ser excelente.
Al llegar al paso de los Barrerones, la panorámica de las cumbres de Gredos (qué gran vino, por cierto) es de esas que uno no se cansa de contemplar. Por supuesto, Sergio nos recduerda que el verano de 2010 formó parte del selecto grupo de nisios que se hizo la integral del Circo en diez horitas. A la derecha aparece La Galana, nuestro objetivo del día, en su cima estaremos en unas horas. 
Bajamos hasta la Laguna Grande que atravesamos sobre su congelada superficie...
...y no tardamos en llegar al refugio de Elola. El Almanzor espera la llegada de las hordas de montañeros que hoy pisarán su cima, en La Galana, sin embargo, estaríamos solos, como nos gusta. Qué cosas tiene la montaña.
Tras comer un poco de chocolate y ponernos los crampones reanudamos la marcha. Por cierto, que aquí Sergio dio rienda suelta a las exigencias de su antifonario de forma más civilizada que un servidor, gracias a que en el fondo de mi mochila encontré una ración de combate de papel higiénico de doble capa. Me veo obligado a pedir disculpas a mis amigos y ex compañeros de El Norte de Castilla por el improvisado uso que hice de su trabajo diario... no quiero ni pensar qué será de nosotros en un futuro no muy lejano cuando desparezcan los periódicos y sólo leamos la prensa en el Ipad 17s. 
Bueno, que pierdo otra vez el hilo, pues eso, que allá vamos en busca de la Canal de los Geógrafos...
...no tardamos en ganar altura. El refugio y la laguna van quedando abajo.
...mientras arriba aparece, imponente, el Ameal de Pablo.
Parece que Sergio quiere ganar puntos para ser Miss Febrero en el calendario del año que viene...
...seguimos ascendiendo. Como se puede comprobar, mis dos amigos y sin embargo compañeros de ruta no tardan en dejarme atrás. Ya he dicho que últimamente no voy nada fino, no doydiez pasos sin que empiecen a quemarme las piernas, el corazón se me desboca... pero como ya llevo algún tiempo subiendo montañas, me lo tomo con calma que ya llegaremos...
...los que se lo toman con calma son Jorge y Sergio que me esperan en posición zen...
Venga, que seguimos subiendo. Hace calor, hasta 19 grados marca el termómetro de mi reloj...
A la izquierda, hacia el sur, se eleva el Almanzor. Sergio había propuesto a lo largo de la semana intentar la norte, pero el mal estado de la vía, muy seca, y mi ya repetido bajo estado de forma no hacían aconsejable meterse en ese "fregao". Otro día...
Llegamos al colladuco bajo el Ameal donde muere la Canal de los Geógrafos...
...donde me vuelven a esperar. Sergio me hace esta foto, ahí voy, sufriendo como Lale Cubino...
Dejamos atrás el collado, una atalaya privilegiada sobre, por ejemplo los Tres Hermanitos y todo el Cuchillar de la Ventana.
...y ya tenemos ahí la cima de La Galana. Mientras me esperan, Sergio y Jorge buscan la mejor forma de subirse al Venteadero...
...parece que vamos a ver cómo están esas canales...
...dejamos atrás el Ameal y el Risco Moreno que ofrecen esta atractiva estampa...
...y al llegar debajo de este corredorcillo a Sergio se le iluminan los ojos como al Tío Gilito, pero en lugar signos del dólar: $, en sus pupilas refulgen sus piolets, así que antes de que me dé tiempo a quejarme de lo justito de fuerzas que voy, empiezan a tirar para arriba y yo, por no molestar, sigo sus pasos.
Nos plantamos en su entrada. Hay un pequeño resalte que le le da un poco de aliciente al arranque. Sergio no se lo piensa y se mete en faena...
...cuando salva el pequeño obstáculo, le pasa uno de sus piolos a Jorgito que sólo lleva uno (los nisios somos muy de compartir) y se pone en plan estético para tirar hacia arriba.
Como va sobrado, no en vano es uno de Los Héroes del Paldor, le deja el piolet a Jorgito y al grito de "esto está muy tumbado, la nieve está bien, no tiene nada" continúa su ascensión... 
...y tiene tiempo para pararse y retratarme a mí. Ya he desenvainado mi segundo piolet...
...busco el sitio, clavo los piolets, subo los pies...
...y arriba, la verdad es que cuando estás disfrutando se te olvidan los cansancios...
Jorge y Sergio siguen... 
...otra foto de Sergio hacia atrás...
...y ya está estudiando cómo hincarle el diente a esa cornisa, la verdad es que la canal es cortita, serían 60 metros... 
... y la salida nada, es fácil y una vez superada, se asoma a inmortalizarnos... y para los que se hayan fijado en un pequeño detalle, efectivamente, los cascos se quedaron en la furgo, con los arneses, la cuerda y los cacharros.
Ahora, sale Jorgito con el Ameal y el Risco Moreno de telón de fondo. ¡Vaya sitio espectacular!
Puesa nada, ya en el venteadero, con la salida de nuestra canal y el Almanzor con el Cuchillar de las Navajas al fondo.
...y delante, la cima de La Galana, ya no queda nada, pero queda lo peor, a ver cómo están de nieve esas trepaditas finales...
...en ésas escuchamos un sonido fácilmente reconocible, el helicóptero de emergencias. Vaya hombre, a ver si no es nada serio. Se acerca hacia el Almanzor... se da unas vueltas...
...y al final, vuelve a su cara sur, donde empieza con un operativo de rescate. Luego nos enteramos de que era un chico que se había dislocado un hombro en una caída. Nada grave, menos mal.
Bueno, nosotros a lo nuestro. Decía que quedaba lo peor, pero la montaña estaba en buenas condiciones. Pero últimamente me pasa que agarroto en los sitios un poco expuestos. No sé si será por esto de ser padre, pero me lo pienso muy mucho, iba cansado y no me encontraba a gusto en el primer destrepe. Después, una vez en ello, sin problemas, y ya estamos bajo la última trepada. Jorgito que ha subido primero espera a Sergio...
...esta es la canaleta final y ahí está Jorgito en acción...
...después va Sergio...
...y ahí estoy yo....
Resultado, los tres en la cima con el banderín de nuestro orgulloso patrocinador el Bar Llamas, era mi primera vez en esta cumbre, aunque no para mis dos compañeros de ascensión. En este privilegiado mirador, nos apretamos un fuet y un cuarto de queso entre otras viandas para recuperar fuerzas para el descenso. Tardamos casi siete horas incluyendo las paradas desde que salimos del coche, ya digo que yo iba despacio y tenían que esperarme... 
...pero si para subir no fuimos muy rápidos, el descenso lo hicimos ligeritos y con el pecho henchido de orgullo nisio en un bello paraje como éste...
...los hermanitos vigilan nuestro camino hacia la Laguna Grande donde nos esperaban otro de mis hermanos: Xavier y Paz, que se habían dado el paseo hasta el refugio...
...y con ellos emprendimos el camino de vuelta a la plataforma. Por cierto, Paz, Xavier, pasadme vuestras fotos para completar el repor que yo ya iba tan fundido que no os saqué ninguna. Eso sí, ésta de despedida de La Galana no se me pasó por alto, además aproveché para detenerme justo en el momento en el que mis cuádriceps entonaban el Requiem de Mozart. No era para menos, nos plantamos en la plataforma en sólo tres horitas.
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Viene de aquí 
Con los ánimos subidos gracias al éxito del día anterior con el Pasochoa (4.200m.), Jorgito y yo nos levantamos a primera hora de la mañana para comenzar el siguiente reto, el Illiniza Norte (5.126m.). Los Illinizas son dos imponentes montañas que se encuentran situadas a 55 kilómetros al suroeste de Quito en el parque nacional que lleva su mismo nombre "Illinizas", en la localidad de Chaupi. El Illiniza norte (5.126m.) y el Illiniza Sur (5.248m.) son dos picos que forman parte del volcán Illiniza, un cráter potencialmente activo pero que lleva descansando ya bastantes años.
El más complicado es el Illiniza Sur ya que tiene una naturaleza glaciar así que como buenos nisios que somos nos decantamos por el Illiniza Norte, que para los próximos días ya íbamos a tener un gran cometido entre nuestras manos, el ascenso al Cotopaxi (5.897m.) y de lo que se trataba en estos momentos era de aclimatar perfectamente.
La ascensión comienza en la localidad de Chaupi, a la cual llegamos, dando algunos tumbos tras sortear varias carreteras cortadas, pero nada de eso puede con el Land Cruiser. Los más sagaces se habrán percatado de que una montaña preside la escena. Es el cerro Corazón (4790m), es lo que tiene el Ecuador, cualquier cuesta de vacas hace jadear al más rudo de los montañeros.
 
Desde el coche, nuestro objetivo ganaba presencia, el Illiniza norte y también el Illiniza Sur nos esperan. Las mariposas del estomago empiezan notarse, y surgen dudas. Vaya montañón, ¿Cómo responderán nuestras nisias fisionomías a tan magno reto?, ¿Escribiremos una nueva página gloriosa en la historia de The South Face?, ¿tendremos que incorporar el relato a la nutrida sección Al filo de lo impresentable? ...
 
Para que lo tengáis más claro, este es el Illiniza Norte (5.126m.)
 
Y este es el Illiniza Sur (5.248m)
 
En menos que canta un gallo, dejamos la Panamericana a un lado y llegamos a la localidad de Chaupi
 
Es bastante habitual que la gente que realiza el Illiniza Norte lo haga en dos días y se quede a dormir en el refugio "Los Illinizas" (4.700m.), en estos casos, el punto de partida es Chaupi. Pero para los que acomenten el ascenso en un sólo día como nosotros, el comienzo es siete kilómetros más adelante, concretamente en el parqueadero de "La Virgen", ya que si no, no da tiempo a realizar toda la ruta, así que allí fue donde dejamos el Toyota y comenzamos la caminata.
 
Qué bonito lugar, qué pequeño placer comenzar el camino así, por un lado los Illinizas...
 
...y por el otro el Cotopaxi
 
La ascensión al principio discurre por un sendero bien marcado. La caminata en este punto es muy sencilla y apenas cogemos altura.
 
Esta vez sin mochila me dirijo con paso ligero al encuentro de las primeras rampas
 
Qué montaña mas bonita, si le pides a un niño que dibuje una montaña el resultado seguramente se parecería a esto. Como dijo Walter Sobchak: "En su sencillez radica su belleza".  
 
  
Abrumados por tanta maravilla, llegamos a una de las zonas más agotadoras del recorrido
 
Una pendiente muy empinada y larga con terreno arenoso. Muy despacio, pasito a pasito, avanzamos por una loma que parece no tener fin. A Jorgito le viene de perillas detenerse para la foto.
 
Eso sí, las vistas siguen siendo únicas, infinitas cordilleras azules nos invitan a seguir
 
Poco a poco vamos ascendiendo y antes de darnos cuenta llegamos al refugio de "Los Illinizas" (4.700m.).
 
Llevamos dos horas de caminata y nos encontramos más o menos a mitad de camino, así que decidimos descansar un poco, comer una viandita y atender a las explicaciones de Jaime, que nos muestra ayudado por este cartel tan chulo las distintas vias para subir a los dos picos. El nuestro es el que aparece menos nevado, y la línea roja marca el camino que han de seguir nuestros pasos.
 
El refugio es bastante sencillo pero tiene todo lo necesario: literas, cocina e incluso ¡cervezas!, qué más se puede pedir. Por si fuera poco, está regentado por un hombre muy sencillo y afable que conoce a la perfección la zona y te explica con detalle todo lo que quieras saber.
 
Tras reponer fuerzas, aprovechamos para equiparnos un poco más (casco, arnés,etc.), lo bueno empieza ahora., la cresta cimera del Illiniza Norte nos espera. Jorgito, Martita y nuestro querido guía Jaime sonríen como colegiales
 
Ahora sí que comienza lo divertido... desde el refugio cogemos un sendero que va hasta el collado de los dos Illinizas. Hay que ir a ritmo pausado, de momento respondemos bien a la altura, pero nunca se sabe, en cualquier momento puede aparecer el hombre del mazo. Mientras, el refugio se va haciendo pequeñito
 
En bastante menos tiempo de lo que pensábamos estamos en el collado. Lo siguiente es llegar a la base de esas amenazadoras peñas negras y rodearlas por detrás antes de las trepadas finales
 
Desde este punto parece que tenemos a tiro de piedra los dos Illinizas, a la izquierda el Illiniza Sur
 
y a nuestra derecha, el Illiniza Norte, hacia el cual nos dirigimos
 
Aquí el paisaje cambia por completo, el terreno es volcánico y hay que acompañar los pasos con pequeñas trepadas.
 
Poco a poco vamos subiendo por el canchal que nos llevará hasta la cresta del Illiniza Norte
 
¡Por fin llegamos a la cresta!
 
Al asomarnos, una pequeña sorpresa aguarda, un pequeño lago glaciar que se encuentra escondido entre Los Illinizas. ¡A que dan ganas de bajar a hacerse unos largos!
 
Jorgito está encantado con tantos paisajes...
 
...y no es para menos, a medida que ganamos altura, la cima sur nos enseña su vertiente más amable, por esta cara están las vías más asequibles. Y echando la vista mas abajo, cuatro montañeros tienen el mismo plan para hoy que nosotros
 
En la cresta del Illiniza, tenemos que atravesar algunos pasos complicados para salvar los dientes negros que veíamos antes, siempre hay que rodearlos por la cara norte. Aunque no hay pérdida porque el recorrido está marcado con mojones. Ahora sí que podemos decir que estamos a puntito de conseguir nuestro objetivo. El Cotopaxi, a lo lejos, nos recuerda a qué hemos venido aquí.
 
Nuestros perseguidores: Dos rumanos, un inglés y su guía ecuatoriano vienen fuerte
 
Tan cerca, la cumbre impone lo suyo. Pero, la suerte está echada y los nisios avanzamos a buen ritmo. La moral está por las nubes, hollar la cima parece inminente.
 
Queda claro; El Illinizas Sur es un montañón de tres pares de ... 
 
En este punto nuestro guía Jaime decide que es el momento de encordarse. No parece tener mayor complicación, pero está claro que este no es lugar para nisiadas
 
A partir de ahora vamos a tener que ir trepando y realizando pequeños pasos de escalada con un "hermoso" patio todo el tiempo, así que lo mejor es asegurar
 
ahí va otra del Cotopaxi, nuestra próxima cita
 
Continuamos trepando hacia la cima, hay que echar las manos, pero ya nada puede detenernos 
 
y en los últimos metros nos encontramos con nieve
 
¡Objetivo conseguido! Después de unas cuatro horas y media de ruta llegamos a la cruz del Illiniza Norte (5.126 m.)
 
Foto nisia de la cumbre
 
Unas fotos de las super vistas que tenemos miremos por donde miremos. Por un lado este mar de nubes...
 
y por el otro... ¡Ta chán! El Chimborazo que con sus 6.384m merece los titulos de punto más alto de ecuador y punto mas alejado del centro de la tierra y por ende más cercano al sol.  Desde su cima Otto Lindenbrock y sus compinches tendrían que echar un par de horas más de camino en su viaje al centro de la tierra.
 
La cima gemela, el Illiniza Sur
 
Y antes de bajar aprovechamos para coger fuerzas como Dios manda, mientras tanto el otro grupo llega a la cima, siete personas cabemos sentadicos aquí de milagro. Tras unas charlas y unas risas comenzamos el regreso
 
El descenso al principio se hace por el mismo tramo. Jaime posando como un nisio más
 
Enseguida dejamos atrás la zona de rocas y trepadas
 
Y después en lugar de bajar por la parte del refugio descendemos por la otra cara de la montaña, por un inmenso arenal con una pendiente de vértigo
 
Tal y como estáis pensando, esto es un auténtico rompepiernas, sí o sí, hay que ir rápido por la gran pendiente y con cuidado para no apoyar el culo, que si no toca pagar las cañas. Explicamos a Jaime esta gran norma nisia no escrita e intentamos introducirle en los principales axiomas de la filosofía The South Face 
 
Este arenal es un tramo divertido pero hay que reconocer que también tiene un gran peligro. Desde arriba viene el temido alarido ¡¡¡Piieeeeedraaaa!!!, en un segundo nos giramos y vemos bajar como una exhalación, rodando y dando botes, una piedra del tamaño de un meloncito. Suficiente para abrir la cabeza y dejar seco a un Troll de las cavernas.  Pasó muy muy cerca pero  libramos.
Cuando nos queremos dar cuenta ya hemos bajado todo el arenal,  por esa loma gris subimos hace unas horas. ¿Recordáis la pendiente agotadora?
 
Lo que nos queda es un camino muy sencillo y lleno de colorido, después del paisaje volcánico de la cima del Illiniza se agradecen las zonas con vegetación

 
Y también los tramos medio llanos, que tanta pendiente revienta las piernas. Mientras, la conversación se vuelve más animada
Nos encontramos con el camino que cogimos para subir y continuamos rumbo al parqueadero de La Virgen con la emoción de haber realizado una excelente caminata,  sumado un cincomil a nuestra pequeña trayectoria  y respondido bien a la altura. Entre chascarrillos y otras chanzas, adentramos a Jaime en el proceloso mundo de lo nisio. Jaime escucha con atención, pero no será hasta dentro de dos días cuando una gañanada como no hay dos, le haga comprender en toda su dimensión la naturaleza nisia. Bueno, en realidad es una gañanada que su protagonista ya tenía en el  curriculum. Pero...  esa historieta la contaremos en su momento
Al llegar al coche contemplamos una vez más el hermoso paisaje que nos rodea, a que apetece echarse una siestita.
Y nos apresuramos hasta Chaupi para tomar  las consabidas cervezas, que en esta ocasión son más que merecidas. Aquí no hay Mahou pero hay Pilsener, la preferida de los ecuatorianos. Además, generalmente los botellines son de dos tercios. Sin pestañear abrazamos este pequeño ritual de lo habitual.  ¡Salud y rocanrol!
Sigue aquí  
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
En octubre Jorgito y yo, Martita, volvimos a cruzar el charco para continuar descubriendo las maravillas de América del Sur. En esta ocasión aprovechamos nuestras vacaciones para conocer Ecuador, un país pequeño pero completo como pocos, y ya que estábamos por allí, nos marcamos un objetivo a la altura de The South Face, subir el Chimborazo (6.310m) y el Cotopaxi (5.897m), las montañas más altas del país. Esta vez, astutos y previsores decidimos aclimatar como es debido, para que no nos pasara lo mismo que en la ascensión al Chachani (6.075 m). Las mentes más preclaras recordarán los dedos congelados de Jorgito.
El plan no tenía fisuras, primero subiríamos el Pasochoa (4.200m), luego el Illinizas Norte (5.126m), luego el Cotopaxi (5.897m) y si nos quedara tiempo y ganas el gran Chimborazo (6.310m) punto mas alto de Ecuador y punto mas alejado del centro de la tierra. Ya sabéis, eso de que la tierra se achata en los polos.
Vamos al lío. El Pasochoa (4.200m) se encuentra en la que Von Humboldt bautizara como avenida de los volcanes a unos 30 kilómetros al sureste de Quito y es una caldera extinta que se ha convertido en reserva biológica. La ruta comienza en la central hidroeléctrica del mismo nombre, Pasochoa. Ahí dejamos el superbólido, un Land Cruiser con más kilómetros que el bibliobus.
 
Vaya pepino, ¿eh? El Pasochoa es un volcán sencillo que no presenta complicaciones técnicas y, por lo tanto, ideal para nisios. No hay que llevar mucha equipación, con unas buenas botas, ropa adecuada, bebida y comida ya estamos listos, así que comienza la caminata... Martita y Jaime nuestro guía no se lo piensan y comienzan con paso decidido.
 
El primer tramo del camino está muy señalizado. Comienza con una fuerte subida hasta que atraviesas una verja en la que te indican que estás entrando en propiedad privada. Eso de no ingrese a mi siempre me ha hecho mucha gracia.
 
 
Como no podía ser de otro modo, el terreno es volcánico y en algunas partes del principio se hace algo complicado andar, una excavadora que enredaba por ahí , el agua y la humedad son ingredientes que no pueden faltar en cualquier buen patatal.

 
En menos de media hora llegamos a una pradería desde la que ya podemos empezar a contemplar unas vistas espectaculares de todo el entorno. Quito y sus alrededores se desparraman.
 
 
El camino discurre por un lateral de esta pradera y es bastante cómodo. La pendiente ya no es tan severa como al principio y, por si fuera poco, hemos tenido mucha suerte con el tiempo porque está nublado y no nos asfixiamos con el sol y al mismo tiempo la lluvia nos está respetando.

 
Continuamos durante un buen rato ascendiendo poco a poco por la pradera y acercándonos hacia las montañas que tenemos enfrente, nuestro objetivo todavía no se ve pero aguarda detrás de esas primeras lomas.

 
De repente, nos encontramos un "pequeño obstáculo" en el camino, un rebaño de vacas que no dejaban de mirarnos ni un sólo segundo. En nuestro pueblo esto se resuelve con un caguentxos y unas piedras, pero Jaime nos advierte de que aquí las vacas tienen muy mala hostia. Así que pasamos despacito y mirando de reojo por si toca esprintar.

 
Pasado este tenso momento, continuamos sin problemas nuestro camino. Fijaos, tímidamente se asoma nuestra montaña preferida de la jornada.
Después de andar durante una hora larga, nuestro inmediato reto es atravesar este precioso verdor para seguir acercándonos al Pasochoa, que a cada paso descubre un poco más su silueta.
 
Paramos un poco para coger fuerzas con un mini sandwich que nos ha preparado nuestro guía Jaime y continuamos el paseín. 
 
La pendiente se hace un poco más pronunciada, caminamos despacio para que la altitud no nos pase factura, bueno en realidad siempre caminamos despacio. Con tanto verde cuesta creerlo pero estamos a casi 4.000 metros.
 
El sendero no da tregua y la pendiente sigue aumentando, los tramos se hacen un poco más complicados. Martita se ayuda de las manos con este elegante paso. Además, nadie puede decir que no va conjuntada.
 
Hemos superado los 4.000 metros de altitud y comienzan a aflorar evidencias de que aquí hace muchos, muchos años, la lava corría como la cerveza en San Fermín. Observad las coladas.
 
Demostrado: En Ecuador la gente también escribe sus nombres y paridas varias en los lugares más inusitados.
 
Después de tres horas, por fin nos asomamos a la otra vertiente de la montaña. Las vistas lo dicen todo y la cima está a tiro de piedra.
 
Da un poco de yuyu asomarse por eso miramos a la cámara.
 
Desde aquí lo único que nos queda es subir un peñasco y habremos cumplido con nuestra misión, así que ¡allá vamos!
 
 
Martita y Jaime encarando los últimos metros y... por cierto... ¿quién lleva aquí la mochila?...
 
En este punto tuvimos dos sorpresas, una buena y una mala... la buena es que tuvimos la suerte de contemplar uno de los animales más emblemáticos de la creación , el cóndor (Os lo tendreís que creer, la foto es tan mierda que no merece la pena ponerla). La mala, que un minuto después una tenue niebla se apoderó de toda la zona y nos dejó sin vistas de la cima... pero no sin cima. Véase la alegría de Martita al posar el culete en la cumbre.
 
Una de Martita y Jorgito. Si, ya sé que no hay banderín del Llamas...
 
y otra más con Jaime, vaya equipazo.
 
Eso sí, para justificar que hemos estado en la cima del Pasochoa (4.200 m.), aquí tenéis la rudimentaria cruz del lugar. Como aquí no hay patxis que pongan buzones...
 
Después de las fotos de rigor, comenzamos el descenso por el mismo camino. Primero por la cresta...
 
luego con vistas al patio...
 
y más adelante por los amplios paramos.

 
La bajada es bastante cómoda y como íbamos muy bien de tiempo aprovechamos para disfrutar de los paisajes y del lugar. También para hacer fotos chorras.
 
 
Pero nuestra felicidad era un espejismo, a los pocos minutos descubrimos que había un escollo muy importante que todavía nos quedaba superar... ¡las vacas! y ya sabéis, tienen muy mala hostia y no dejan de mirar
 
Por lo visto estaban molestas con nosotros por haber profanado su prado en la subida, y no parecían dispuestas a repetir lo vivido. Esta vez la táctica de los bóvidos parecía más elaborada, estaban más cerca en formación de abanico. La escabechina era inminente. Los nisios no somos violentos, evitamos la confrontación, y además, no es que seamos vegetarianos, pero un chuletón... así sin vino... Vamos que al final nos tocó saltar la valla dos veces y rodear el peligro. Eso sí, las vacas no dejaron de mirar.
 
Martita con este salto propio de una gacela Thompson puso fin al entuerto.
 
Esta vez sí que estaba todo superado. Nuestra primera misión de Ecuador había salido perfecta. Ya estábamos deseando comenzar la ruta del día siguiente: el Illinizas Norte (5.126m) y para eso, comenzamos a coger fuerzas desde el mismo instante en el que bajamos.
 
Por cierto, tras los plátanos llegaron las cañas, no os vayáis a creer que hemos dejado de lado las costumbres nisias.
Sigue aquí  
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Viene de aquí 
Tras las exitosas ascensiones al Pasochoa (4.200m) y al Illinizas Norte (5.126m) tocaba jornada de descanso para afrontar con garantías el asalto al Cotopaxi. El destacamento de The South Face en el Ecuador (Martita y Jorgito) se enfrentaba ahora a una disyuntiva: Quedarse en el albergue vagueando al sol y haciendo un poco el canelo o buscar una actividad y aprovechar el día.
Cerca en el espacio, que no en el tiempo, se encontraba la laguna Quilotoa (3460m) y dado que el canelo se puede hacer en cualquier sitio, decidimos acercarnos a dar un paseín y ver que se cocía por allí. Solo había que coger un par de buses y listo. Con premonitorio nombre nos espera el autobús que nos llevará de Latacunga a Zumbahua 
 
Aquí las esperas son frecuentes, siempre te dicen "Ahoritita sale el bus señor", pero en realidad ni los más sabios del lugar  pueden adivinar cuando arrancará. Mientras, me entretengo fotografiando el ambiente, dos señoritas con sus elegantes sombreros por aquí...
 
Y el Cotopaxi por allá.
 
Lo de dos buses y listo en teoría pinta muy bien, en la práctica la carretera estaba en obras y el trayecto se va a hacer muy largo
 
En las alturas las mujeres con sus ponchos dan colorido a las verdes y frías montañas
 
Tras cuatro horas de bus llegamos a Zumbahua donde se celebra este animado mercado
 
Y finalmente a Quilotoa (3914m). Aquí el tiempo transcurre despacio y sus gentes se lo toman con calma, a nosotros en cambio nos falta tiempo para ir a asomarnos detrás de ese chamizo
 
El sopor de las horas de bus se esfuma abrumado por tanta belleza. La laguna Quilotoa descansa en el fondo de un inmenso cráter, sus aguas verde esmeralda dibujan un recuerdo imborrable. Es un sitio sobrecogedor, uno de esos que te hacen sentirte pequeñito. Los lugareños nos cuentan que no tiene fondo, pero los geógrafos estiman que tiene unos 250 metros de profundidad. Nosotros, por supuesto, creemos a los paisanos. Desde el borde, la laguna no parece estar muy lejos, unos 400 metros de desnivel y un sendero nos indica el camino de bajada, así que ¡¡¡al agua patos!!!
 
Pedimos a dos chicos que venían en el bus que nos hagan una foto
 
Resultan ser unos suizos bastante colgaos a los que acaban de robar la cámara de fotos y nos piden que les mandemos algunas. Juntos, de charleta, comenzamos el descenso, vienen desde Colombia y nos cuentan que allí por donde van les bautizan como "Suizos locos",  están dando la vuelta al mundo y parecen pasarlo pipa. Entre risas pasamos por este pasillo tan molón.
 
Martita presa de la emoción  haciendo el moñas
 
Y los suizos como unas castañuelas haciendo honor a su apodo
 
pero también tienen su coranzoncito y se ponen sensis
 
En poco más de media hora llegamos a la orilla
 
la quietud del agua, las montañas y el solillo lo llenan todo, es fácil quedarse embobado.
 
Un grito me saca de mi letargo, cuando vuelvo la vista, los suizos locos no se lo han pensado y disfrutan de un placentero baño. El agua está fría de verdad y dicen que es salada.
 
Un posadete porque nosotros lo valemos
 
No sabemos a que hora es el último bus de vuelta así que decidimos regresar,  estamos a casi 4000 metros y seguro que éstas rampas nos hacen sacar la lengua.
 
Los suizos locos cuales sherpas subiendo descalzos
 
Tras una hora de esfuerzo estamos de nuevo arriba, donde hacemos otra foto de esta singular muchachada
 
El espíritu nisio vuela libre como el cóndor
 
y como no podía ser de otro modo, unas birras bien frescas sellan nuestra recién estrenada amistad
 
mientras, las horas lentas siguen marcando el ritmo en Quilotoa
 
En total ocho horas de autobús para tres horas gozando como animalillos. Seguro que hay a quien no le salen las cuentas, pero como los suizos, los nisios estamos un poco locos y claro que merece la pena.
 
Justito para la cena llegamos de nuevo al albergue donde Valeria, una italiana simpática, invitó a los presentes a mojitos para celebrar su cumple, nosotros preferimos otra birra. Con el corazón blandito nos vamos a la cama, mañana nos aguarda el Cotopaxi

 
Sigue aquí
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Viene de aquí
Un nuevo día amaneció, pero no era un día cualquiera, dos miembros de The South Face,  Martita y un servidor, Jorgito, tenían ante sí una de las más emocinantes empresas de sus nisias vidas: Coronar la montaña más emblemática de Ecuador.
El Cotopaxi, es uno de los volcanes activos más altos del planeta tierra y a su vez la segunda altura del país, sólo superado por El Chimborazo (6.310m). Nuestro plan original era subir los dos, pero con gran dolor de corazón y después de pensarlo mucho, descartamos ir al Chimbo, así que el Cotopaxi se convirtió en el objetivo principal de nuestra visita a las montañas de Ecuador.
Como casi siempre que se va de viaje sobran planes y falta tiempo.
No muy pronto nos pusimos en marcha, sin duda iban a ser un par de jornadas entretenidas pero la magnitud del reto no quitaba a Martita las ganas de hacer el payasete.
 
Esto de Internet es la leche, con un clic las fotos viajan cincuenta años atrás en el tiempo
 
Esta tiendita es el último lugar para abastecerse de agua, comida y cualquier otra cosa que se pueda necesitar. Martita, presa de un tormentoso drama interior, duda entre los Conguitos y los Peta Zetas
 
Poco a poco vamos acercándonos y tomando conciencia de que este no es lugar para gallinas, las últimas vacas que osaron faltar al respeto al Cotopaxi componen ahora esta expresiva instalación.
 
Con la humildad por bandera accedemos al Parque Nacional Cotopaxi por el valle de Limpiopungo. Extensos pajonales rodean lo que Von Humbodlt describió como "un cono perfecto, el más hermoso de todos los nevados"
 
Esta vez Jaime conduce un Land Cruiser un poco más moderno que va ganando altura por las laderas del volcán
 
Los tres últimos días, el Cotopaxi se mostraba despejado pero ahora algunas nubes se pegaban a su cara norte.
 
Llegamos al parqueadero (4.600m) y comenzamos a preparar las mochilas
 
Desde aquí la montaña adquiere una nueva dimensión. Sobrecoge pensar que estamos en un volcán activo, viene a mi cabeza la imagen de un gigante dormido y tres personitas andando de puntillas sobre su espalda nevada. A lo lejos el tejado amarillo del refugio nos indica hacia dónde dirigir nuestros pasos.
 
Una vez preparados posamos felices y sonrientes, ahora empieza lo bueno. Algo más de 1.200 metros de desnivel nos separan de la cima.
 
Martita y Jaime dan los primeros pasos por el sendero pardo de ceniza
 
El Refugio está cerca, más o menos una hora a paso muy lento, distraidos abreviamos el camino.
 
Miro atrás y presencio esta escena. Son los guardas del refugio que ganan metros para hacer más sencillos los porteos. Con una maniobra propia de los Duke de Hazzard aparcan el coche y llaman a Jaime, que desanda lo andado para ayudarles.
 
Como ir al Eroski pero a 4.700 metros, rápidamente nos alcanza y entre todos llevamos las bolsas.
Los asiduos recordarán que en el descenso de el Illinizas norte explicamos a Jaime algunos de los fundamentos de la filosofía nisia y anticipé que una gañanada mayúscula le hizo comprender tan complejos conceptos.
 
¿Veis esa cara de imbécil que tengo?, pues esa no es nada comparada con la que se me quedó poco después de la foto cuando retomamos el camino y me asaltó la reveladora imagen de unos crampones perfectamente encintados en el mostrador del albergue. Lo había vuelto a hacer, una vez más ¡¡¡ME HABÍA OLVIDADO LOS CRAMPONES!!! Y digo una vez más... recordad
 
A voces, se lo dije a Jaime que marchaba un poco por delante. No se lo podía creer... supongo que varias opciones pasaron por su cabeza: Volver al albergue a por ellos, clavarme el piolet en la frente, darme una patada en el culo y ponerme en órbita... Finalmente, decidimos subir rápido al refugio y preguntar a los guardas si tenían algún par de sobra. Por fortuna, así fue y gracias a Jaime y a los chicos del refugio todo quedó en un ejemplo claro de lo que se entiende por "estar en la parra"
 
Tras tan penoso acontecimiento Jaime, mientras preparaba un buen guisote, parece pensar:
¿Con qué clase de mandriles me estoy metiendo al monte?
 
En breve las ganas de diversión y jodienda nos volvieron a embargar
 
Las brumas se difuminaron y nos permitieron admirar la hermosura de esta cumbre, aprovechamos este lindo instante para encomendarnos a los astros con la esperanza de que las nubes no nos acompañasen mañana.
 
Una vez alojamos el guisote de Jaime en el buche, a eso de la seis de la tarde, nos metimos al saco. Acordamos levantarnos a las 23:30 para ponernos a andar media hora más tarde. Como suele ocurrir cuando intentas dormir en estos casos, te sumerges en un extraño duermevela donde se suceden imágenes inconexas y bucles de pensamientos mezclados con la emoción y los nervios. Me recuerda a cuando eres pequeño y no duermes porque al día siguiente en el cole te van a llevar de excursión a la fábrica de tabletas de chocolate. No sé para vosotros, para mí estas noches son parte de los momentos mágicos y misteriosos que ofrece la montaña.
 
A las 23:30 nos levantamos sin apenas dormir. El viento sopló fuerte toda la noche haciéndonos intuir que el clima había empeorado, los caretos de entre sueño y preocupación son un poema. Como también suele ocurrir en estos casos, hay que obligarse a desayunar.
 
Sumidos en un mar de dudas nos disfrazamos de montañeros y posamos justo antes de echarle un par y salir.
 
Definitivamente, los astros no nos escucharon. El viento soplaba con fuerza, una fina niebla nos envolvía y hacía un frío de cojones. A paso lento, en silencio oyendo nuestra respiración fuimos ganando altura hasta donde empezaba el glaciar, donde nos encordamos. Martita conserva la sonrisa momentos antes de encarar la gigantesca grieta, un pequeño laberinto de seracs y muros de hielo que componen uno de los momentos clave de la ascensión. Gracias a Jaime y su conocimiento de la montaña superamos los pasos sin mayor problema.
 
La temperatura de unos 20 bajo cero y mis congelaciones pasadas me hacían pensar que quitarse las manoplas para hacer fotos no era una gran idea, esto unido al hecho de ir encordados, propició que a partir de aquí las fotos escaseen.
 
  
La ventisca no daba tregua y la sensación térmica helaba el corazón, fijaos como la ropa empieza a teñirse de blanco
 
Después de seis horas progresando a buen ritmo entre tinieblas amaneció. Un momento mágico y conmovedor que aportó a la cordada nuevos bríos al intuir la cima cerca.
 
Un belga y su guía ecuatoriano descansan a pocos metros de la cumbre dando forma a esta serena estampa
 
Si esto fuera una viñeta de Forges se titularía:
Prueba de agudeza visual: encuentre las siete diferencias con el Yeti
 
Tras casi siete horas llegamos a la cumbre, el sentimiento de felicidad no cabía en el pecho. Desde hace años sentíamos el Cotopaxi como una montaña imantada que nos atraía y ahora estábamos en su cima. Nos abrazamos a tres bandas y nos dimos la enhorabuena, también dimos las gracias a Jaime.
 
En teoría cuando llegas aquí esto es lo que se ve, también se deberían divisar el Antisana, el Cayambe, el Chimborazo y demás cimas.
 
En nuestro caso con mucha imaginación intuímos un poco el cráter, pero ver, lo que se dice ver... poco. 
Martita estaba radiante de felicidad pero tenía la cara morada, temimos que tuviera principios de congelación. En ese momento cautivos de la emoción no reparamos en el detalle de que es de Miranda de Ebro y atesora la fortaleza y el espíritu de lucha que ha hecho famoso el Mirandés. La cosa finalmente quedó en agua de borrajas.
 
No exagero si digo que allí no se podía estar. No se veía nada y el viento te tiraba al suelo. Al estar parados, el frío te acuchillaba. Sacamos unas pocas fotos hasta que la cámara se empaño y decidimos emprender el regreso.
 
Bajamos rápido y sin parar, el mal tiempo persistía y el cansancio comenzaba a notarse. Llegamos de nuevo a la grieta, la luz tenue de la mañana confería a la brecha un aspecto fantasmal.
 
Lentamente, acompañados por los amenazantes crujidos del hielo, fuimos penetrando en la pálida maraña de seracs y agujeros infinitos. Seguimos los sabios pasos de Jaime que nos condujeron a la salida por un camino distinto al que tomamos hace solo unas horas
 
Mucho más abajo dejamos atrás las nubes mientras el solillo se esforzaba por salir. El refugio y el parqueadero a lo lejos acompañan los últimos pasos del descenso
 
Finalmente llegamos al refugio a eso de las diez de la mañana. Sin que sirva de precedente apartamos la cerveza y brindamos con un buen vino chileno que trajimos para la ocasión. Fue una pequeña sorpresa para Jaime a modo de agradecimiento por su profesionalidad y su simpatía.  
Es lo que tiene pertenecer a The South Face, se nos podrán olvidar los crampones pero nunca el vino, eso no se olvida. Nisios hasta el fin. 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Otra de las cosas de tener muchos hermanos es que tienes una casa en cada sitio. El fin de semana pasado, cada sitio fue Oviedo. Una ocasión perfecta para saldar cuentas pendientes con alguna clásica de la Cordillera Cantábrica más occidental que, dicho sea de paso, es una zona que tenemos bastante olvidada. En principio, nos íbamos a juntar una buena muchachada, pero al final las iniciales previsiones de mal tiempo echaron para atrás a la mayoría, que se bajaron al Sistema Central y nos quedamos solos mi cuñado Luis y un servidor de ustedes. 
La verdad es que no nos costó mucho decidirnos por un objetivo: Peña Ubiña, que ya le tenía yo ganas. La intención era acercarse por allí y esperar que no hubiera mucha nieve, que no estuviera muy helada o muy reciente, vamos que la cosa no estuviera peligrosa, porque esta montaña no es como para andar jugándosela...
Luis ya había subido por Tuiza de Arriba, en la parte asturiana, y yo prefería hacerlo por la vertiente leonesa. Así qu, a eso de las nueve y pico de la mañana estábamos en Torrebarrio listos para empezar a caminar, eso sí, entre la niebla.
No hace mucho frío, sobre las bajas nubes se intuye un cielo azul y de la nieve, ni rastro. ¡Vaya inviernito que llevamos! Eso sí, la pista que seguimos está peerfectamente embarrada y nuestra botas duplican su peso a cada paso.
El arranque no da tregua, todo para arriba. lo bueno, que pronto empezamos a ganar altura y a surgir entre la niebla, como aquellas cumbres del fondo, hacia la parte de Somiedo.
Como no podía ser menos y para no perder la tónica de mis últimas salidas, voy reventado. No me dan ni las piernas, ni los pulmones, ni el corazón. La práctica inactividad y que ya no tenemos 20 años se notan. Pero da igual, todo apunta a que va a ser un magnífoco día de montaña.
De camino nos juntamos con tres paisanines de Mieres con los que compartimos un rato de excursión y algunas charlas. Después nos indicaron el desvío de la pista hacia Peña Ubiña que ya empieza a aparecer entre la bruma y siguieron hacia otra cima. Gente maja estos asturianos.
Hacia atrás la niebla en los valles ha alcanzado el grado de espectáculo de la naturaleza...
...y llegamos al desvío, perfectamente señalizado hacia el collado del Ronzón. Vamos allá.
Hacia atrás, tirando de zoom, descubrimos que alguien sigue nuestros pasos. Así desde lejos parecen la Comunidad del Anillo de camino a las tierras de Mordor.
Mientras nosotros caminamos hacia el azul...
...abajo ese mar blanco parece querer cubrirlo todo. Pero, ¡qué ganas tenía de salir al monte!
Y eso que no voy nada fino. Mientras yo camino a paso de ochomil, Luis anda a buen ritmo y de vez en cuando se para a esperarme. La niebla ya se ha disipado y al fondo aparece Peña Ubiña pequeña...
...no tarda en aparecer el collado...
...nada, ya estamos allí. Precioso lugar donde pararemos a reponer fuerzas con un poco de queso y embutido...
...antes de afrontar la ascensión hacia la cumbre que desde aquí es evidente. Todo para arriba.
Las primeras rampas se hacen pesaditas por la hierba húmeda y el resbaladizo barro...
...pero pronto llegamos a terrreno más cómodo con una senda bien marcada entre divertido pasitos de roca en los que, alguna vez, utilizaremos las manos.
La verdad es que la ascensión empieza a ser divertida y, a pesar de mis justas fuerzas, empiezo a disfrutarla como un enano.
Encontramos un poco de nieve en esta zona. Poca, pero con cierto peligro, ya que vamos sin crampones, pero con un poco de cuidadito se pasa...
Luis me deja adelantarle un momento para hacer esta foto. La verdad es que ese valle es una pasada.
¡¡¡Yupi!!! Parece que Luis ya ha alcanzado la arista final...
...que es así de bonita...
...así de espectacular...
...y así de pelada... que esto con nieve tiene que ser ¡¡espectacular!! Habrá que volver por aquí.
Foto en la cumbre tras algo más de tres horas y media de ascensión, con los preciosos Picos del Fontán detrás y el banderín del Bar Llamas en la mano. No está mal para ser la primera del año...
Abajo, hacia el sur, está Torrebarrio, de donde hemos salido...
...al fondo, hacia el este, los Picos de Europa, donde destaca, impresionante Peña Santa de Castilla, también identifico la máxima altura del Macizo Central, Torre Cerredo... 
...allí abajo, por la parte asturiana, Tuiza de Arriba...
... y tirando de zoom, el refugio de Meicín.
Después de un ratín en la cima, empezaba a soplar un poco de aire y empezamos a bajar. Nos cruzamos con el grupito que vimos antes a lo lejos...
...y disfrutamos como enanos de la bajada, a pesar del dolor de rodillas y de cuádriceps...
...y ya de regreso, sí que pudimos ver a las ubiñas en todo su esplendor. ¡Vaya día! Por supuesto, params a tomar unas cervezas, pero se me olvidó sacar una foto, si es que... ¡estábamos en Babia!
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Tras una amenaza directa de Borjita insinuando que nos quitaría el título de Nisios por vagos, comenzaremos a escribir las últimas montañas y picos que hemos estado haciendo Jorgito y la que escribe. En los últimos meses hemos alcanzado cimas muy diversas; tenemos pendiente contaros una gran proeza en Ecuador, el Cotopaxi, varias montañas del País Vasco y otras cuantas de los alrededores de Miranda de Ebro y puestos a soñar, cualquier día echándole un poco de memoria, hasta esa expedición ciclo nisio-ramflojista por Cuba. pero esa es otra historia . Hoy comienzo por el final, la que hemos realizado este fin de semana, porque por fin se ha estrenado en esto de la montaña el nisio más joven del grupo: ¡¡Mateo!!, con permiso de Alvarito, claro.
El principal objetivo de esta ruta era probar la mochila de niño que nos regalaron así que decidimos dar un paseín muy sencillito, el monte Cerro (900 metros), que también es conocido como el techo del Condado de Treviño. Ahí es nada.
La ruta comienza en la localidad de Treviño, así que hasta allí nos dirigimos con el coche Jorgito, Mateo, Laura y Marcelo (que cada vez se van animando más a esto de las montañas, es la segunda vez que se deciden a acompañarnos) y yo.

Dejamos la furgoneta y comenzamos a caminar por una pista de asfalto situada junto al río Ayuda. De momento Mateo estaba encantado con la idea de ir por primera vez a la montaña.

El camino enseguida se convierte en una pista de tierra que va ascendiendo suavemente por la ladera.

En este primer tramo el paisaje está formado por campos de cereal y, poco a poco, van apareciendo pinos de repoblación. Mateo, detrás de Jorgito, va descubriendo poco a poco las maravillas de las naturaleza.

El camino es muy evidente y la ruta sencilla, sólo tenemos una pequeña complicación: el barro. Con cada paso nuestras botas van cargándose más y más de barro hasta que tienes que parar para limpiarte si no quieres cargar con dos kilos más de peso en cada pierna.

A medida que vamos subiendo por la pista, los pinos se van mezclando con bosquetes de robles y hayas y el paisaje adquiere un poco más de colorido

Una de las cosas más llamativas del paraje es la procesionaria, que afecta a casi toda la población de pinos que nos vamos encontrando en el recorrido. Además, algunas están a muy baja altura, lo que nos permite contemplar de cerca esta plaga que arrasa con todo lo que se le pone por delante.

Tras caminar durante una hora aproximadamente por la pista de tierra el terreno pierde pendiente y ya sólo queda continuar por el collado de Pozarrate hasta la cima. En este punto ya se pueden contemplar unas vistas muy buenas de todos los alrededores de la zona.

Tras una hora larga de caminata por fin llegamos a nuestro destino

la cima del monte Cerro, donde, además del buzón del club Iturribero

nos encontramos con una enorme torre de observación y un vértice geodésico.

Las vistas mejoran más si cabe y se pueden ver perfectamente los montes de Vitoria, los bosques del Parque de Izki, la Sierra de Cantabria, los Obarenes e, incluso, La Demanda, que aparecía ya con algo de nieve.

Pues nada, para no perder la tradición, nos hacemos la foto de grupo.

Mateo estaba dormido, así que no vale, hay que repetir, esta vez, una foto de familia...

Mateo se ha portado como un campeón, ha demostrado que lleva esto de la montaña en los genes, así que nos pide que le hagamos una foto de su primera cima a él solito... ¿Acaso nos os recuerda a Larramendi en una de sus expediciones polares?

Una última foto con su padre, que para eso le ha ayudado a subir hasta arriba

Y a reponer fuerzas antes de comenzar el descenso.

Ahora lo que queda es desandar lo andado, así que nos ponemos en marcha...

Una ruta sencilla, sin complicaciones y apta para todo el mundo, que además cuenta con unas vistas preciosas tanto en la cima como durante toda la bajada

En unos tres cuartos de hora estamos de nuevo en Treviño, un enclave burgalés que pide ser reconocido como parte de Álava desde hace más de tres siglos y medio.

Una vez finalizada la ruta, decidimos darnos un paseo por la localidad y conocer así un poco mejor este pequeño pueblo del que tanto se habla por la situación geográfica que tiene. Treviño es muy pequeñito, pero tiene una arquitectura muy interesante donde destaca sobre todo la enorme iglesia ubicada en el centro del pueblo.
 
Las calles también tienen su encanto, estrechas y empedradas recuerdan más a los pueblos vascos que a los burgaleses.

Y como no podía ser de otro modo, terminamos la jornada montañera con las tradicionales cervezas que nunca pueden faltar. Mateo también se quería apuntar a la fiesta, no hay duda el espíritu nisio comienza a enraizarse en su anatomía. Pero de momento, le tocó tomar leche, otra vez será...

Por cierto, el objetivo de la ruta salió perfecto: la mochila de Mateo es muy cómoda y cumple su función con creces.
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Así se veía La Serrota, nuestro último objetivomontañero del año, desde la carretera que va desde Ávila hacia el Puerto del Pico. Con el grueso de The South Face Extreme Nisio Team esquiando en Benasque, mi cuñado Luis y yo fuimos agraciados por parte de nuestras santas esposas con un permiso para salir al monte del que también quiso participar su hermano Pablo. Así que eché mano del libro "Las 100 cumbres más prominentes de la Península Ibérica" y busqué una cima asequible que nos garantizara cerrar el año con un nuevo éxito que añadir a nuestro extenso currículum. Por poco no lo conseguimos. 
Siguiendo las indicaciones del libro, aparcamos junto a la pista que hay frente al cementerio de Cepeda la Mora y comenzamosa caminar en este magnífico día de los Inocentes con la Serrota en frente, así se llama a esta sierra y también a su cumbre más alta, también conocida como el Cerro del Telégrafo. La idea es recorrer ese cordal hasta su punto culminante.
No tardamos en ganar un poco de altura y ya vemos abajo el pueblo y al fondo la Sierra de Gredos con sus principales cumbres fáiclmente identificables.
No suelo dar consejos, pero ene sta ocasión gharé una excepción. Si vais a hacer una ruta de montaña que viene reseñada en una guía y lleváis esa guía en la mochila, no cuesta nada echarle un vistazo de vez en cuando para asegurarnos de que seguimos el camino correcto. Dicho esto, huelga decir que cuando llegamos a este lugar ya éramos conscientes de que nos habíamos perdido. Bueno, no, porque los nisios nunca nos perdemos, sólo ocurre que en ocasiones no sabemos ubicar bien nuestra posición en el mapa. La situación era la siguiente: sabíamos que nos habíamos desviado hacia la izquierda (el sur) y sabíamos que teníamos que subir ahí enfrente...
...así que tomamos la decisión salomónica de ganar el cordal por las bravas, o sea todo tieso para arriba a la mecagüen ros. Luis salta la valla...
...y enfila para arriba mientras yo y mi lamentable estado de forma seguimos sus pasos y Pablo sigue los míos con Gredos de telón de fondo...
...al llegar a la primera cota, conseguimos ubicarnos casi exactamente en el plano de la guía y descubrimos lo que ya intuíamos: que las redondeadas formas de esta sierra nos tapaban la verdadera magnitud de nuestro desvío. Pues nada, nos acercaremos hasta aquella otra loma para comprobar si se trata del Cerro del Santo...
...para llegar hasta allí practicamos un poco de escobismo, disciplina que últimamente teníamos un tanto olvidada...
...la verdad es que el piornal tampoco esta tan tupido y avanzamos con relativa facilidad hasta que por fin lo vemos claro. La loma de la derecha es el cerro del Santo, la de la izquierda el Cerro Calamocho y en medio el Collado de la Honda...
...y tirando de zoom, efectivamente, la cumbre de la Serrota al fondo del todo aparece entre ambas... 
...pues nada, vamos para allá haciendo "piorning" en estilo libre.
La Sierra de Gredos que, com el tío de la vara se recorta en silueta sigue facilitándome la labor fotográfica...
...así llegamos al Collado de la Honda desde donde nos asomamos a la vertiente norte y ante nosotros aprece la ancha Castilla...
...la escasa nieve que queda de la poca que ha caído está muy dura debido a las heladas de los últimos días, así que caminamos con cuidado...
...ya tenemos la cumbre a tiro...
...y después de tres horitas de pateo con ejercicio de orientación incluido llegamos a la cumbre de la Serrota...
...donde nos hacemos la foto oficial...
...y mientras degustamos las viandas que guardábamos en la mochila me dedico a fotografiar las vistas, al noreste aparece Ávila...
...y al sur toda la Sierra de Gredos desde el Puerto del Pico al de Tornavacas. La Mira, por donde estuvimos hace un mes... 
...y más lejos, la Sierra de Francia con la silueta de la Peña de Francia y su enorme pirulí que se intuye gracias al zoom. 
Tras pasar un agradable rato en la cima, comenzamos el descenso. Ahora la idea era seguir el camino correcto aunque fuera de bajada. Antes de coronar el Cerro del Santo echamos la vista atrás a la cumbre de la que venimos.
...y siguiendo hitos descendemos por el cordal por una trocha más o menos clara hasta el collado de la Crucita... 
...pero allí, en lugar de buscar el descenso por la izquierda continuamos por la pista hacia la derecha y bajamos por la vaguada de dos arroyos que nos hicieron dar otro rodeo como luego nos explico una lugareña que no era de allí,  pero su marido sí.
Visto nuestro deambular por esta redondeada y solitaria sierra, mejor no subo el track de GPS, para no hacer sufrir a más gente. Feliz año nuevo.
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Vacaciones. ¡Qué gran palabra! Buscando las cálidas temperaturas que en estas fechas nos ofrece el Mediterráneo, una selecta selección de selectos miembros de The South Face Extreme Nisio Team nos citamos en Peñíscola. Mi hermano Jorgito, su Martita y el pequeño gran Mateo, un servidor, mi santa esposa y el gran pequeño Álvaro. La idea era juntar a los primos y, si salía un día bueno y mi hernia discal me lo permitía, estrenar la mochila de Álvaro dando un paseo por el Parque Natural de la Sierra de Irta. De momento, la primera premisa se cumplió y así se veía el amanecer desde el campamento base, a la sazón, el apartamento de los padres de Martita. ¡Pero que bien casamos a Jorgito!
Nos acercamos con la furgoneta hasta el punto de partida del paseo. Al final, en lugar de coger un sendero sierra arriba, decidimos seguir la pista a lo largo de la costa, más que nada porque no se cumplió la segunda premisa y mi hernia optó por no respetarme. Ahí van, todos... 
...y ahí vamos Álvaro y yo. Una perfecta iniciación al mundo de la montaña, altura máxima: 0 metros; desnivel acumulado: cero metros. Ahí estamos, sentando las bases de la filosofía nisia en las nuevas generaciones de The South Face.
Así, sin prisa, pero sin pausa, y acoplándonos a la mochila, llegamos a la playa del Russo... 
Un poco más adelante hay un tramo de sendero adaptado. Al fondo aparece Peñíscola...
...venga, un poco de zoom.
...continuamos por la pasarela...
...y tras media hora de paseo decidimos darnos la vuelta. Antes dedicamos un rato a la contemplación. Es lo que tienen el mar y la lumbre, que cuando te quieres dar cuenta te has quedado ahí, como las vacas al tren...
el mar
...pues nada, media vuelta y a desandar el camino...
...ya vemos la furgoneta, un poco más allá la Torre Badum y al fondo, Peñíscola, donde nos espera un buen arroz a banda...
...y si el amanecer era bonito, el atardecer parece que también va a ser espectacular, pero para eso todavía que un rato...
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Cuatro meses sin ir al monte. Y eso se nota. Sobre todo en mi forma de hacer la goma en los tramos cuesta arriba. Pero bueno, después de cuatro meses sin salir al monte. Este fin de semana estaba en Salamanca y tenía el sábado libre. Unas llamadas bastaron para juntar a los miembros de The South Face Extreme Nisio Team que estaban disponibles. Dos de los Héroes del Paldor: Andrés y Sergito, y Juanjo, otro más mítico que la goma de Milán, que ya participó en la integral del Circo de Gredos. Lo único que pedí al grupo fue que me aceptaran una ruta asequible a la paupérrima condición física que tengo últimamente. No nos costó mucho decantarnos por La Mira desde la Plataforma de Gredos. Así que tras juntarnos y parar a apretarnos un desayuno de campeones en Hoyos del Espino, a eso de las diez de la mañana empezamos a caminar con un día que ni encargado, oye. 

 
Con una amplia sonrisa en la cara comprobamos que la mayoría de los seres humanos que había en el aparcamiento se dirigía hacia los barrerones y pronto nos quedamos solos remontando tranquilamente el camino que lleva hacia el Puerto de Candeleda y el Refugio del Rey. Hasta nos tuvimos que quitar ropa del calorcito que hacía.
Con las primeras rampas el grupo empezó a romperse. Sergio tiró con fuerza y el resto nos quedamos charlando, contando chascarrillos, resoplando con el corazón en la boca...
...mi histórica excusa de que me paraba para sacar fotos tiene validez si el resultado es el siguiente. Ahí va Juanjo atravesando la tierra de Mordor...
...que nos deja en este precioso mirador. Allí, al fondo La Mira, a donde llegaremos en un rato. ¡Qué ganas tenía de volver a estar en un sitio así! Una ascensión tranquila y disfrutona es lo mejor para reencontrarse con las montañas.
Ahora, toca recorrer todo el cordal de Los Campanarios, donde podemos observar la marcada línea entre las vertientes norte y sur.
Lo dicho, un placer caminar por aquí...
...en animada charleta y con el Almanzor empezando a asomar por detrás del Morezón. 
Parece que La Mira está más cerca, pero aún nos quedan unos cuantos subes y bajas...
...por preciosos lugares...
...con sorprendentes conjuntos de rocas...
...y siempre con el telón de fondo de las principales cumbres de Gredos, desde el Casquerazo hasta el Cabeza Nevada. 
En lo que hago las fotos, ya he vuelto a perder de vista a Sergio. Vaya, parece que se ha equivocado de ruta, ¡¡¡que por ahí no es!!! Ah no, que lo que quiere es que le haga la foto chilena de la jornada. Así que sin utilizar el "Photoghost" ni nada, le retrato en pleno esfuerzo titánico.
Ahora toca una bajadita, pero sólo para coger fuerzas para esa subdita...
...allá van Sergio y Juanjo...
...mientras Andrés se comporta como un gregario de lujo y me espera para marcarme el ritmo, que estoy bastante fundido... Por suerte no me faltan excusas para detenerme a recuperar el resuello.
Ya tenemos la cima ahí a tiro. La nieve está durita, tal vez para crampones... pero no había pendiente como  para precocuparse por un resbalón...
Con un poco de zoom vemos que hay gente en la cumbre...
...pero cuando llegamos ya se han marchado. ¡La cima para nosotros solos!
Luego, volvemos a subir a la cima para hacernos la foto oficial con el banderín de El Llamas, nuestra sede social y toda una institución en Salamanca. ¡El otro día el bar cumplió 50 años abierto! 
Ahora, sólo falta disfrutar del descenso con vistas a Castilla.
Ya en el aparcamiento, Sergio hace entrega a Juanjo de su camiseta. Se la ganó en la integral al Circo de Gredos y confirmó su ingreso en el The South Face Extreme Nisio Team con esta bonita actividad.
Unas Mahous para festejar la cima que, inexplicablemente Andrés no pagó aunque esa misma noche cumplía años....
...y al salir del bar, la jornada todavía nos guardaba un espectáculo más. A ver si no tardo otros cuatro meses en volver al monte...
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			Esperando que la nieve cubra nuestros montes, calmaré mis ansias relatando pequeñas aventuras sucedidas hace unos meses. Curiosas circunstancias y acontecimientos que no viene al caso relatar, hicieron que me encontrara en un pequeño pueblo a unos pocos kilómetros del parque Nacional de Doñana. No podía dejar pasar la oportunidad de visitarlo, y no lo hice. Convenientemente informado y con un par de rutas impresas, me presenté en el centro de recepción El Acebuche, había hecho la reserva para visitar en un vehículo todo terreno todos y cada uno de los ecosistemas del parque en un trayecto de unas 4 horas. Mientras esperaba el momento de la salida me relajé tomando una caña primero y viendo, gracias a la tecnología y a unas pantallas planas, el perezoso deambular de los linces del parque en una calurosa tarde de fin de verano. Minutos después ya me encontraba escuchando a nuestro conductor-guía, que además de hacernos bastante entretenido el viaje, no paraba de aportarnos información. En unos instantes estábamos rodeados de dunas y escuchando como éstas en su movimiento llegaban a cubrir los bosques de pinos impidiéndoles vivir y cómo éstos tras su paso, volvían a poblar el terreno.

De vez en cuando nos bajábamos del vehículo, momento que aprovechábamos algunos para alejarnos un poco del bullicio que provocaba tanto coche junto, otros para tomar el sol en la dunas y los menos respetuosos, para dar voces. Los juncos nos muestran que a pocos metros de profundidad hay agua dulce, lo que permite esta cíclica lucha entre el bosque y la arena.

Con el mar al fondo, el paisaje es espectacular. Aprovecho para fotografiar uno de los todoterreno.

La luz y el calor del sol en la arena, me hacían imaginar una jornada de algún rally africano.

Una de las imágenes más bonitas del recorrido nos la dieron unos ciervos que caminaban tranquilamente entre las dunas. Aprovechan este terreno para aportar sales a su organismo. 
De pronto, la arena termina y el paisaje cambia totalmente, hemos entrado en la Vera. Y pocos minutos después, una pareja de águilas imperiales que pasaban la tarde posadas en un árbol próximo alzaron el vuelo a nuestro paso. Pese a que es de todos sabido que el tamaño no importa, no saqué mi pequeña cámara automática al ver que a mí alrededor surgían artilugios con enormes objetivos. Se lucieron en unos vuelos rasantes. Aquí ciervos, gamos, jabalíes, vacas y yeguas campan a sus anchas. Aquí un gamo…

Al ser final de verano, la marisma se encuentra seca, mostrando un paisaje arcilloso por el que podemos circular y tener una perspectiva única de la Vera y los Cotos. Me hace pensar que tendré que volver cuando se encuentre llena de agua y aves diversas. El recorrido continúa, una parada nos muestra las viviendas tradicionales de la zona. Paseo entre ellas con la sensación de encontrarme en un parque temático.

Para terminar, el regreso lo hacemos por los 30 kilómetros de playa virgen, que separa Sanlúcar de Barrameda y Matalascañas. Decir que nuestro enorme todo terreno pinchó, dándole un toque aventurero al día. Acostumbrado a recorre a pie los entornos naturales, he de decir que la experiencia motorizada no terminó de llenarme. Aún quedaban un par de horas de luz, decidí hacer una de las rutas impresas que me había traído, la laguna del Jaral y los acantilados del Asperillo. Para ello, regresé a Matalascañas y paré en el kilómetro 46 de la carretera dirección Mazagón y Huelva. Un letrero nos indica el comienzo.

Marcaba un tiempo de 3 horas, me quedaban algo menos de 2 horas de luz…tenía que ir rápido, aunque siempre me podía dar la vuelta. El camino estaba rodeado de pinos.

El sendero perfectamente indicado mediante postes, transcurre por un complejo de dunas. Caminar por la arena seca, era costoso. (La foto tiene poca luz, la tomé ya de vuelta)

En cuanto tomas altura, sorprende la cantidad de vegetación, formada sobretodo por pinos de repoblación.

Es evidente que nos encontramos sobre dunas cubiertas de pinos y sabinas.

La arena delata a los animales que me rodean. Huellas de todo tipo indican que me encuentro en una zona bastante poblada. Al fondo distingo una duna móvil que aún se mantiene activa justo al borde del mar. Me hubiera gustado tener más tiempo para acercarme a ella.

Camino en soledad, el ocaso está cerca.

El camino se bifurca, tomo la decisión de seguir hacia los acantilados. Formados por dunas fósiles, llegan a tener hasta 100 metros, siendo los más altos de Europa de este tipo. Qué bien viene me ha venido Internet para hacerme el listo.

Una grieta equipada con cuerdas te ayuda a bajar a la playa.

Calculo que no me llevará mucho tiempo volver al coche desde allí y decido disfrutar de la puesta de sol con la tranquilidad que me caracteriza. Un momento realmente espectacular.


Al final, contra todo pronóstico llego con algo de luz hasta el coche. Poco más de hora y media de pateo disfrutando de cada instante, una pena, no es un camino para ir con prisas… 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
Es cierto. Tengo esto del blog un poco abandonado últimamente, pero tengo una razón poderosa para ello y es que tengo el monte un poco abandonado últimamente, pero también tengo una razón poderosa para ello. Así pues, recupero un reportaje que tenía pendiente desde principios de agosto. Mi santa esposa y yo nos cogimos un fin de semana y nos plantamos en el Valle de Hecho para dar algún paseo tranquilo por allí y degustar los placeres gastronómicos de la zona. Tras llegar de noche al Hotel Usón, donde nos alojábamos, al día siguiente nos levantamos con calma para dar un paseíto por la parte alta del valle. No conocíamos la zona, pero mapa en mano, nos plantamos en uno de los aparcamientos que hay a lo largo de la pista y nos pusimos a caminar en busca de los restos megalíticos que hay por aquí... Ahí va Raquel con el Cotdoguy (creo) al fondo...  
Echando la vista y la cámara hacia atrás, vemos las impresionantes crestas de los Alanos...
 
Llegamos al puente y buscamos los Dólmenes del Arroyo, que aparecen en nuestro mapa, pero no encontramos nada... así que seguimos el GR11 camino del refugio de la Mina a ver si con los Dólmenes de las Fitas tenemos más suerte...
 
Después de dar varias vueltas sobre el terreno y a punto de darnos por vencidos, me subo en una piedra y miro a mi alrededor y... ¡eureka! Al fijarme un poco me doy cuenta de que las piedras están dispuestas en tres grandes círculos. Desde la distancia se aprecia mejor. Luego en el Centro de interpretación nos dijeron que correspondían a la planta de tres cabañas y no a un cromlech... bueno, menos da una piedra y nunca mejor dicho...
 
La verdad es que no llevábamos caminando ni una hora, pero mi santa esposa empezaba a cansarse, así que dejamos el resto del valle y el resto de dólmenes para otra visita y decidimos regresar a Hecho a comer. Dimos una pequeña vuelta por el pintoresco pueblo...
Con sus pintorescos rincones... Ah, bueno, eso que tiene Raquel en la parte abdominal de su cuerpo serrano es la poderosa razón por la que últimamente tengo un poco abandonado el monte y, por tanto, un poco abandonado esto del blog. También es la poderosa razón por la que apenas después de una hora de paseo nos volviéramos al pueblo a comer...
 
Por cierto, tuvimos el placer de dar con nuestros paladares en el restaurante Canteré, una pequeña joya gastronómica en el pueblecito de Hecho al que llegamos gracias a la recomendación de Mikel. Pues eso, gracias compañero. Comimos de menú, en sábado, algunas delicias como raviolis de pollo chilindrón con crema reina, entrecotte de ternera a la brasa con mostaza a la antigua y de postre requesón, miel, café y pistacho. Ah, y como aperitivo de la casa esta original tortilla de patata en copa. Muy recomendable.  
Una comida de estas características tuvo como consecuencia una siesta acorde con la necesaria digestión de sus ingredientes. Sin embargo, por la tarde, dispuestos de nuevo a hacer hambre para acometer la cena con el mismo interés que el almuerzo decidimos salir a dar un paseo. Hay una ruta de senderismo no muy larga que recorre una antigua calzada romana justo sobre el paraje conocido como la Boca del Infierno hasta la Selva de Oza y, según mi mapa salía justo de la puerta de nuestro hotel. Allí, nos informaron de que el mapa estaba equivocado y que esa ruta se cogía un poco más adelante, que había que andar un poco por la carretera... así que para allá nos fuimos.
...hasta la carretera...
...hasta desviarnos por esta pista siguiendo las señalizaciones...
...y con el hipnotizador Castillo de Acher frente a nosotros. No sé qué tiene esta montaña que me tiene enamoradito...
 
Atrás hemos dejado el hotelito. Por cierto que es en plan ecológico, generan su propia energía, con un buen desayuno, una cena casera y un trato de lo más familiar y agradable. Otra opción muy recomendable.
 
Volvemos a la ruta, ahora toca una subida un poco durilla que a Raquel, por la poderosa razón con la que tiene que cargar, se le hace un poco cuesta arriba, de nuevo nunca mejor dicho...
 
Pero pronto encontramos este cartelito...
 
...y nos vamos internando en el bosque por el estrecho sendero donde parece que refresca un poco...
 
...hemos cogido algo de altura y detrás vemos el valle...
 
...nos vamos acercando a la angostura que hace el río bajo la imponente Peña Agüerri...
 
...y al fondo el omnipresente Castillo de Acher, al que subirempos en otra ocasión en que Raquel venga más ligera de equipaje...
 
...las nubes y el sol de la tarde causan un juego de luces que, sin proponérmelo, capto con la cámara...
 
...y así llegamos al punto más alto de la jornada, desde aquí, todo para abajo. La Torre lo Vixia antigua fortificación que controlaba el paso desde la parte alta del valle y de Francia hacia Aragón. Por aquí el contrabando era habitual en muchos momentos de la historia.
 
Y bajando por el hayedo disfrutamos de lo lindo y pensamos que por aquí hay que volver en otoño...
 
...así llegamos a la carretera donde después de un rato me di cuenta de que había perdido las gafas de sol. Un paseíto hasta el hotel, cena, gintonic para mí, colacao para Raquel y a la cama, que mañana tenemos planes...
 
El plan era regresar hacia Cantabria pero parando a conocer la Foz de Lumbier y comiendo por Panmplona o así. Al principio el plan se cumplió sin mayores contratiempos, pero luego optamos por un plan B mucho más interesante que el inicial. Pero vayamos por partes. Aparcamos en la zona de visitantes de Lumbier y a dar el paseo...
 
...nada más empezar pasamos un túnel. Ésta sencilla ruta, muy recomendable para hacer con la chiquillería, recorre el antiguo trazado del ferrocarril.
 
...y al salir del túnel se te abre a la boca...
 
...tal y como explica algún panel informativo, el río ha ido erosionando el terreno a lo largo de miles de años hasta darle este aspecto...
 
...al fondo vemos donde acaba la foz, vaya, me lo esperaba un poco más largo...
 
...en fin, lo bueno si breve... sobre nuestras cabezas no paran de sobrevolar buitres, alimoches y todo tipo de rapaces que con mi habitual impericia no logro fotografiar en vuelo...
 
...pero que tirando de zoom y bien quietecitos...
 
...otro túnel...
 
...que nos lleva al final del recorrido con unas bonitas vistas al río color turquesa donde unos seres humanos practican un poco de rafting...
 
...túnel de vuelta y regreso al coche deshaciendo el camino...
 
Ya en el coche y ante el buen día que tenemos decidimos cambiar de planes. Raquel tiene antojo de Huevos con chistorra y, como la magdalena de Proust, al oir esa bendita palabra rememoro la chistorra más sabrosa que he probado en mi vida. Los recuerdos emergen en mi cabeza como una película antigua: frío, viento, nieve, un día de montaña increíble... ¡la Venta de Juan Pito! Así que nos montamos en el coche y disfrutamos conduciendo despacio de las carreteras que nos llevan hasta el valle de Roncal hasta llegar al lugar donde perpetraríamos la pitanza del día...  
...nos tocó esperar un rato, pero con una cerveza en la mano y estas vistas... hasta el juicio final esperaba yo... ¡sin problemas!
 
...cuando llegó nuestro turno disfrutamos casi con lágrimas en los ojos del suculento plato. De aperitivo nos apretamos unas alubias con chorizo y qué decir del flan de postre...
 
 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			Viene de aquí.
El espacio que me habían asignado para dormir aquella noche era, en términos volumétricos, adecuado a las dimensiones de mi cuerpo, pero completamente incompatible con su forma antropomorfa y solo conseguí adaptarme a sus características gracias a que mis costillas hicieron hueco a una de las patas de la mesa que me daba cobijo. De ahí que al incorporarme esa mañana mis huesos respondieron con un fuerte chasquido a la decisión de colocar mi colchón bajo el mobiliario del comedor. Pero en unos minutos de trabajo en equipo se ordenaron mesas y sillas, todo quedó dispuesto para el desayuno, el olor a café creó un ambiente de lo más acogedor y nosotros dimos cuenta de todos los alimentos que teníamos a vista, vamos que nos pusimos la botas, en todos los sentidos. Gaspar había estado por aquí en un intento a Torre Cerredo, pero nos indicaron que había bastante nieve y dado que nosotros únicamente teníamos unas zapatillas de trekking como calzado decidimos sugerir al guarda que nos recomendara una ascensión. Pese a que adoptamos la posición de rudos y aguerridos montañeros, nos recomendó una ascensión realmente fácil: la Torre de la Pardida, para después seguir camino del Urriello, recorrido altamente recomendable cuyas vistas son difícilmente mejorables y al que tendremos que volver en invierno. Oscuras nubes se cernían sobre nuestras cabezas, pero no alteraban nuestro ánimo y buen humor y entre chorradas varias partimos.

Después de hacer la foto, se me apagó la cámara indicándome claramente el estado de la batería. Aún así tuvo la delicadeza de permitirme sacar una imagen de Agus es una pose no menos delicada.

Agus tenía otra cámara con poca batería que nos permitió salvar los muebles, que se dice. Así pudimos fotografiar a Gaspar decidiendo si ir hacia el Neverón o al Torre de la Pardida.

Tal y como nos habían recomendado nos dirigimos hacía la Torre de la Pardida, en las primeras rampas Oscar optó por dejar la cumbre para otro día. Mucho tiempo sin salir al monte pasa factura. Quedamos que esperaría un rato y que luego continuaría camino poco a poco. Los demás avivamos el ritmo, subimos al primer cordal para darnos cuenta de que había un Jou detrás, tras un destrepe subsanamos nuestro error. Trazamos nuestra línea y al poco rato ya posaba Agus con el Picu detrás.

Comenzó a llover, pero disfrutábamos de lo lindo por la sencilla arista de la montaña. Finalmente conseguimos llegar a la cima, para alegría nuestra y de nuestro patrocinador oficial. Ahí es nada, con el Naranjo.

Una más…Era la primera cumbre que ascendía Agus en Picos, imaginaros su alegría.

Las vistas desde esta cima son brutales. Anda que no hay montes, distingo a la derecha Peña Vieja y los Picos de Santa Ana a los que subimos un invierno tras dormir bajo la Canalona, ¡qué anochecer tan espectacular aquél!

Otros tantos…

Las nubes que se nos metían no presagiaban nada bueno, eso sí hacían más impresionante la estampa de los Picos Albos.

Torre Cerredo y Peña Santa…en fin…a ver qué digo…

Lógicamente Agus no se quería bajar, ¡qué manera de estrenarse!

Vamos a ver que sale metiendo el zoom… Peña Vieja y los Picos Santa Ana.

Otra de los Picos Albos, al fondo el cielo está azul…igual libramos…

Quien lo desee puede leer en nuestros estatutos que la primera ascensión en un macizo de las características de Picos te obliga a obsequiar con una ronda de cervezas a los compañeros. Esto unido a que Oscar nos esperaba para seguir camino juntos, nos obligó a meter algo de prisa a Agus, que se negaba a abandonar la cumbre. Cinco minutos más decía el hombre…Comenzamos nuestro descenso…

Nos tocó cruzar algún nevero, con la impresionante cara oeste frente a nosotros.

Gaspar traza sus líneas imaginarias…

Nos quedamos con ganas de subir al Neverón, lo teníamos a tiro de piedra…pero vimos que Oscar había continuado camino, y descendimos rápidamente.

Tras pasar la Horcada Arenera, los Picos siguen teniendo sus formas imposibles.

Ahora hacia la Horcada le robo un posado…

Y…con todos ustedes…el Urriellu…

¡Qué lugar!

La cara Oeste en todo su esplendor…

Y ya pocos metros antes de la Brecha de los Cazadores, hay que estar atentos ya que un enorme mojón nos muestra que tenemos que bajar por una estrecha canal, los buenos agarres hacen que no tenga dificultad.

Vemos a Oscar a lo lejos y pronto nos reunimos en alegre muchachada con la brutal silueta del Naranjo al fondo.

Unos minutos y estábamos en el refugio Delgado Úbeda, donde Agus cumplió y en pocos instantes nos ofreció unas Mahous que teniendo en cuenta nuestra ubicación instantáneamente se volvieron inolvidables. Sacamos las viandas para sentirnos una vez más, afortunados.

Ah, todos sabemos que lo bueno dura poco…y esa ocasión no iba a ser la excepción, nos esperaba un largo viaje a Madrid, teníamos que seguir bajando. Eso si volviendo la cabeza de vez en cuando…

La clásica despedida del Narajo…

Los inquilinos de la Majada de la Terenosa salen amigablemente a nuestro encuentro.

En el Refugio de la Terenosa, Gaspar y yo nos separamos de nuestros amigos, ellos tenían un día más y se quedarían tranquilamente por allí haciendo alguna ruta. Luego nos enteramos que se bajaron hasta Bulnes…la idea de un buen plato les venció. Nosotros continuamos camino inspirados por el bucólico entorno.

Por cierto, se me olvidaba…¿Cuál es el origen del vocablo “nisio”? interrogué…“no sé, lo decía Oscar” respondió Agus, “no sé, lo decían estos” contestó Oscar a su vez…Y es así como se forjan las palabras, las usan unos, luego otros y así perduran…lo importante de las palabras es que jamás olvidemos su valor. 
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			 
		 
		
			
			
No han sido pocos los que nos han preguntado por el origen del ya famosísimo término “nisio”. Este vocablo se asocia inevitablemente a sublimes gestas alpinísticas. Cuando Agus me comentó que quería hacer una ruta por los Picos de Europa con Oscar, me pareció una ocasión excelente para hacer un poco etimología, ya que fueron ellos quienes comenzaron a usar el acertado adjetivo. Así un sábado de hace un par de meses quedamos en Panes, con la intención de subir desde Puente Poncebos hasta el refugio de Cabrones, pernoctar y tras ascender algún monte, bajar por el Urriellu de vuelta al punto de partida. Gaspar y yo decidimos salir el viernes para dormir en Gama, y como un cervatillo nos despertó al alba, llegamos con puntualidad británica a nuestra cita, circunstancia que hubiera dejado ojiplático a Borja…Oscar y Agus habían dormido en Potes, por tanto tenían un corto trayecto, supusimos que serían puntuales. Cual fue nuestra sorpresa cuando mediante un mensaje al móvil nos informan que, en su afán de descubrir las sublimes características que cualquier cerveza posee, se habían liado lo necesario para quedarse dormidos al día siguiente. Llegarían tarde por tanto, escribieron como resumen de su noche. Una intensa emoción me dominó, la que se produce al descubrir almas gemelas. Sí, eran de los nuestros…  Nos costó encontrar aparcamiento en Puente Poncebos, serían cerca de las once y a esas horas en verano, el lugar es bastante concurrido. Bien, tarde pero alegres comenzamos nuestra marcha.
    El ritmo era bueno y la charla agradable, mientras nos poníamos al día de nuestras ajetreadas vidas, llegamos a Bulnes. Qué bonita localidad. Algo menos de una hora y ya recorríamos sus callejuelas.
   El ritmo era bueno y la charla agradable, mientras nos poníamos al día de nuestras ajetreadas vidas, llegamos a Bulnes. Qué bonita localidad. Algo menos de una hora y ya recorríamos sus callejuelas.    Desde las afueras de Bulnes de arriba, podíamos ver la Canal del Tejo por la que habíamos subido los cerca de 500 metros de desnivel.
   Desde las afueras de Bulnes de arriba, podíamos ver la Canal del Tejo por la que habíamos subido los cerca de 500 metros de desnivel.    En seguida vemos la canal de Amuesa. Son unos 700 metros de desnivel, solo con pensarlo mi organismo perfectamente adaptado comienza a resoplar…
   En seguida vemos la canal de Amuesa. Son unos 700 metros de desnivel, solo con pensarlo mi organismo perfectamente adaptado comienza a resoplar…
    Volver la vista atrás nos permite disfrutar de una imagen espectacular de Bulnes de arriba.
   Volver la vista atrás nos permite disfrutar de una imagen espectacular de Bulnes de arriba.
    Nos topamos con un par de montañeros que bajaban alegremente y a los que fotografié para dar constancia del subidón que nos estábamos pegando.
   Nos topamos con un par de montañeros que bajaban alegremente y a los que fotografié para dar constancia del subidón que nos estábamos pegando.
    Pasito a pasito llegamos a una fuente que Internet, siempre generoso en sus respuestas, bautiza como fuente de Amuesa, último punto para llenar nuestras botellas. Allí con las vistas de la canal recién ascendida, degustamos diferentes viandas que no detallaré pero que nos dejaron lo suficientemente satisfechos como para proseguir nuestro camino. Pocos minutos después habíamos alcanzado el collado.
   Pasito a pasito llegamos a una fuente que Internet, siempre generoso en sus respuestas, bautiza como fuente de Amuesa, último punto para llenar nuestras botellas. Allí con las vistas de la canal recién ascendida, degustamos diferentes viandas que no detallaré pero que nos dejaron lo suficientemente satisfechos como para proseguir nuestro camino. Pocos minutos después habíamos alcanzado el collado.    Qué lugar tan apacible, pensábamos hasta que una vaca con su cencerro nos recordó que teníamos que girar a la izquierda para afrontar la cuesta del Trave.
   Qué lugar tan apacible, pensábamos hasta que una vaca con su cencerro nos recordó que teníamos que girar a la izquierda para afrontar la cuesta del Trave.
    Pronto la niebla nos envolvió como tantas otras veces, pero al final las nubes quisieron respetarnos y se mantuvieron a la distancia deseada.
   
Pronto la niebla nos envolvió como tantas otras veces, pero al final las nubes quisieron respetarnos y se mantuvieron a la distancia deseada.    Las montañas comenzaban a mostrarse.
   Las montañas comenzaban a mostrarse.
    Con facilidad nos adentramos en el Jou Luengo, con vistas a los Cuetos del Trave y su brutal cueva.
   Con facilidad nos adentramos en el Jou Luengo, con vistas a los Cuetos del Trave y su brutal cueva.
    Mi cámara sorprende a Gaspar con los picos Albos al fondo.
   Mi cámara sorprende a Gaspar con los picos Albos al fondo.
    Estábamos a principios de verano y todavía la nieve aguantaba los calores.
   Estábamos a principios de verano y todavía la nieve aguantaba los calores.    Ahora vemos a Gaspar en una postura que el Facebook ha convertido en clásica. Esto sucedía justo después de pasar un tramo que pese a estar equipado con una cuerda, también es sencillo sin ella.
    Ahora vemos a Gaspar en una postura que el Facebook ha convertido en clásica. Esto sucedía justo después de pasar un tramo que pese a estar equipado con una cuerda, también es sencillo sin ella.    Proseguimos nuestros pasos, ya con el Pico Cabrones al fondo cuya majestuosidad empaña la que Agus tiene habitualmente.
   Proseguimos nuestros pasos, ya con el Pico Cabrones al fondo cuya majestuosidad empaña la que Agus tiene habitualmente.
    El cielo comenzaba a cubrirse, pero el camino es sencillo.
   El cielo comenzaba a cubrirse, pero el camino es sencillo.
    Cuánto me gustan estos paisajes lunares que hacen tan especiales a los picos…
   Cuánto me gustan estos paisajes lunares que hacen tan especiales a los picos…
    Caminando con los picos Albos al fondo.
   Caminando con los picos Albos al fondo.
    La senda zigzaguea por un laberinto de piedras.
  La senda zigzaguea por un laberinto de piedras.
    De pronto un giro y aparece el refugio de Cabrones. Pese a los casi 1.800 metros de desnivel no se nos hizo largo el trayecto en ningún momento.
   De pronto un giro y aparece el refugio de Cabrones. Pese a los casi 1.800 metros de desnivel no se nos hizo largo el trayecto en ningún momento.    Nueva panorámica del pico de Cabrones al que pongo un X en el debe de mi libreta de ascensiones.
   Nueva panorámica del pico de Cabrones al que pongo un X en el debe de mi libreta de ascensiones.
    Gaspar y Oscar a pocos metros del final de la jornada.
   Gaspar y Oscar a pocos metros del final de la jornada.
    No habíamos conseguido contactar con el refugio para reservar plaza y había mucha gente en la puerta y teniendo en cuenta que sólo tiene 20 plazas…la cosa no estaba clara.
   No habíamos conseguido contactar con el refugio para reservar plaza y había mucha gente en la puerta y teniendo en cuenta que sólo tiene 20 plazas…la cosa no estaba clara.
    Efectivamente, no había sitio. Decidimos preocuparnos de eso después de refrescarnos con varias cervezas que consumimos deleitándonos con el paisaje.
   Efectivamente, no había sitio. Decidimos preocuparnos de eso después de refrescarnos con varias cervezas que consumimos deleitándonos con el paisaje.
    Entre colchones, tiendas de campaña al final los amables guardas consiguieron darnos cobijo a todos. Además nos ofrecieron una suculenta cena a la que animados por el vino que la acompañaba, dotamos de varios calificativos, todos ellos altamente favorables. Ya sólo quedaba dormir e imaginar el camino que nos llevaría al día siguiente a la mismísima cara Oeste del Urriellu.
   Entre colchones, tiendas de campaña al final los amables guardas consiguieron darnos cobijo a todos. Además nos ofrecieron una suculenta cena a la que animados por el vino que la acompañaba, dotamos de varios calificativos, todos ellos altamente favorables. Ya sólo quedaba dormir e imaginar el camino que nos llevaría al día siguiente a la mismísima cara Oeste del Urriellu.  
			
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
			
			